Cine y Valores

Drama

La cabeza alta

En el despacho de una juez de menores, una joven madre con un largo historial de problemas con los servicios sociales, deja abandonado a Malony, su hijo de 6 años. La cámara se recrea en las caras de los dos niños, Malony y su hermano de pocos meses en brazos de su madre, y parece captar sus emociones mientras los adultos discuten y gritan desaforadamente. La escena está muy bien realizada y logra conmover al espectador e involucrarlo en el drama que se va a desarrollar (Aunque no tardará en desligarse de una historia que acabará por resultarle carente de interés).

Francisco. El padre Jorge

Durante el cónclave de 2005, Ana, una joven periodista española no creyente conoce al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, el segundo más votado en la elección que llevará al papado a Benedicto XVI. El padre Jorge despierta tanto el interés de Ana que decide escribir sobre él. A través de los ojos de la periodista, la película nos va mostrando la vida de Bergoglio, desde su adolescencia, cuando descubre su vocación, hasta su elección como Pontífice el 13 de marzo de 2013.

Una segunda oportunidad

En el primer momento, vemos a Anna llorando acurrucada en el suelo del baño. Hasta el final de la historia no entenderemos que esta escena es la clave de comprensión de todo el drama.Andreas y Simon,ambos policías, son grandes amigos. Andreas es feliz con Anna, su mujer, y su hijo, el pequeño Alexander; Simon acaba de divorciarse y su vida se ha convertido en un caos.

Reina y Patria

En 1987, John Boorman nos ofreció “Esperanza y gloria”, basada en las memorias de su niñez. “Reina y patria” se sitúa nueve años después, en 1952, cuando tenía dieciocho años y tuvo que servir al ejército durante dos años. Según el mismo Boorman ha explicado, los acontecimientos más importantes de la película son mostrados con fidelidad a cómo sucedieron y no pocos de los personajes están directamente inspirados en personajes reales.

Mientras seamos jóvenes

Josh y Cornelia Srebnick, a sus más de 40 años, llevan una vida monótona con pocos proyectos ni expectativas profesionales. Todo transcurre apaciblemente y sin variaciones desde hace diez años y nada hace presagiar que pueda cambiar. Ella trabaja con su padre, importante productor de cine, y Josh sigue empeñado en el interminable montaje de un documental al que ya prácticamente no se le ve salida. En el ámbito personal, después de infructuosos esfuerzos por tener hijos, en la actualidad ya se han conformado y no los desean.

Corazón silencioso

La anciana Esther, enferma terminal de esclerosis lateral amiotrófica, ha decidido poner fin a su vida, con ayuda de su marido Michael, médico de familia jubilado. Organizan una reunión familiar de fin de semana, para celebrar una fiesta de despedida recordando los momentos felices que vivieron juntos.

Ático sin ascensor

Un largo fin de semana en la vida de una pareja mayor de Nueva York que intenta vender su apartamento del East Village donde han vivido más de 40 años. Ruth es una profesora retirada y Alex es artista. Ambos quieren mudarse a un nuevo apartamento y mientras esperan ofertas, recuerdan juntos los años vividos en su hogar.

la profesora de parvulario

Nira, maestra en un parvulario, es una apasionada de la poesía. Se siente incómoda en una sociedad que, en su opinión, sólo valora el dinero y el prestigio social y desprecia a los poetas. Casualmente descubre que Yoav, un niño de 5 años, tiene un don prodigioso para componer versos. Varias veces a la semana, el pequeño recita de una tirada un poema que se le acaba de ocurrir e inmediatamente después se dedica de nuevo con normalidad a sus juegos de niño.

Phoenix

Junio de 1945. Lene Winter ayuda a su amiga Nelly Lenz, antigua cantante y superviviente de Auswitch, a recuperarse de las graves secuelas físicas y morales. Toda su familia ha muerto y ella tiene la cara totalmente desfigurada por una bala. En Berlín, se somete a una operación que le reconstruye el rostro, con rasgos parecidos a los de antes, pero no exactamente el mismo. Nelly, desconcertada por su propio aspecto, que le resulta ajeno y desconocido, no deja de repetir desolada: “Yo no existo”.