Cine y Valores

La cabeza alta

Título original: 
La tête haute
Género: 
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2015
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
120
Contenido formativo: 
Crítica: 

En el despacho de una juez de menores, una joven madre con un largo historial de problemas con los servicios sociales, deja abandonado a Malony, su hijo de 6 años. La cámara se recrea en las caras de los dos niños, Malony y su hermano de pocos meses en brazos de su madre, y parece captar sus emociones mientras los adultos discuten y gritan desaforadamente. La escena está muy bien realizada y logra conmover al espectador e involucrarlo en el drama que se va a desarrollar (Aunque no tardará en desligarse de una historia que acabará por resultarle carente de interés). La narración da un salto de 10 años y nos encontramos de nuevo en el mismo despacho, con los mismos personajes pero con un Malony transformado en un adolescente conflictivo y abiertamente abocado a convertirse en un delincuente peligroso. Su vida ha sido un constante ir y venir ante la juez, debido a la falta de atención familiar y a su mal comportamiento, absentismo escolar y frecuentes delitos.
Es difícil decir qué se pretende con la película. Tal vez denunciar o por lo menos llamar la atención en Francia sobre un sistema educativo y de rehabilitación de jóvenes que no está dando buenos resultados. Lo cierto es que a la vista de la trayectoria de Malony, uno se explica perfectamente la inquietud de los franceses, porque si es tal como la refleja la película, la Administración educativa del país vecino no parece estar muy bien orientada.
Que Malony sea un muchacho difícil y hasta violento resulta una consecuencia bastante lógica del ambiente en el que ha crecido. Pero, por otra parte, es un niño que llora angustiado porque echa de menos a su madre y a su hermano, capaz de una gran ternura y con impulsos de amor y bondad. Es decir, es presentado no como alguien malo en sí, sino como una víctima de la sociedad, tan resentido por una infancia desgraciada que ya no es capaz de aceptar la mano que se le tiende. Los adultos de la película quedan prácticamente todos mal, como seres inmaduros que no saben encontrar otra solución a los problemas que el estricto cumplimiento de la ley. Incluso la juez recibe en un momento dado unos sorprendentes reproches que también la sitúan en el bando de esa sociedad que fabrica delincuentes y luego pretende inútilmente regenerarlos.
Lo más destacable del sistema educativo que presenta la película es aquello de lo que carece y que explica todos los fracasos. No se vislumbra ni el menor atisbo de un proyecto educativo basado en valores elevados. Hay momentos casi surrealistas, como el taller de autoestima en el que se da un masaje con crema hidratante y hasta con maquillaje para relajar a los internos… ¡En un centro de rehabilitación! Es como si se persiguiera, como único objetivo, que el joven deje la tensión, se calme y acabe cumpliendo las normas de convivencia para que pueda vivir en sociedad, desempeñar un oficio y ganarse honradamente la vida. Pero todos sabemos que si esto, bueno en sí, no se sustenta en un proyecto de vida valioso y con sentido, no se está formando a la persona y, por tanto, cualquier logro ha de ser forzosamente inconsistente y efímero. En consecuencia, toda la historia de Malony va a la deriva, de conflicto en conflicto, sin avanzar ni llegar a ninguna conclusión.
Los actores cumplen bien y la película está bien realizada, pero las escenas frente a la juez son tan repetitivas que cansan al espectador, como fatigan las constantes peleas, discusiones, gritos y ataques de ira de internos y educadores.
Es obligado destacar por encima de todo a una magnífica Catherine Deneuve en el papel de juez de menores, capaz por sí sola de llenar toda la pantalla. Verla a ella es la única compensación ante una película que se hace larga y reiterativa hasta aburrir.