A FUEGO LENTO
Un homenaje al esfuerzo por la creatividad y por hacer cultura de algo tan necesario para el ser humano como es alimentarse.
Un homenaje al esfuerzo por la creatividad y por hacer cultura de algo tan necesario para el ser humano como es alimentarse.
Mía, superviviente de un atentado terrorista, decide recuperar la memoria de los hechos, como una terapia para su equilibrio mental y afectivo.
Un grupo de amigos se presentan por sorpresa en casa de Max para celebrar su cumpleaños, pero no son bien recibidos
La neumóloga Irène Frachon descubre una conexión directa entre una serie de sospechosas muertes y un medicamento aprobado por el Estado.
Pierre Michel, juez de menores con esposa e hijos, muy valorado por su integridad y la eficacia en el ejercicio de su profesión, es promovido como juez contra el crimen organizado en Marsella. Allí tendrá que enfrentarse a una organización mafiosa que exporta heroína a todo el mundo, especialmente a los Estados Unidos. La poderosa red, que dirige el capo Gaëtan Zampa, tiene sus contactos en la misma policía y hasta en el ámbito de la política. Con todo el entusiasmo de su sentido ético, Michel se lanza con decisión a desmantelar la organización.
En el despacho de una juez de menores, una joven madre con un largo historial de problemas con los servicios sociales, deja abandonado a Malony, su hijo de 6 años. La cámara se recrea en las caras de los dos niños, Malony y su hermano de pocos meses en brazos de su madre, y parece captar sus emociones mientras los adultos discuten y gritan desaforadamente. La escena está muy bien realizada y logra conmover al espectador e involucrarlo en el drama que se va a desarrollar (Aunque no tardará en desligarse de una historia que acabará por resultarle carente de interés).