ADULTOS INMADUROS

Canet vuelve a reunir al mismo grupo de amigos de su film anterior, Pequeñas mentiras sin importancia. Han pasado nueve años y los intérpretes dejan notar el paso del tiempo. También los personajes han envejecido inexorablemente. Han perdido la frescura y la espontaneidad de los jóvenes treintañeros ávidos de vida que eran entonces. Y con ello, han perdido su atractivo, especialmente los masculinos. Si bien, en esta ocasión, las mujeres tienen un rol menos protagonista que los varones. Ahora el pasado les pesa a todos ellos, se cuestionan el presente y no saben cómo afrontar el futuro. Aunque, como no cabía esperar menos, el reparto de lujo es capaz de reflotar un guion totalmente endeble.

El lugar de la acción es precioso, una casa señorial en el paisaje espléndido de Cap-Ferret, que separa el océano Atlántico y la bahía de Arcachon, en el corazón de las Landas francesas. Dentro de ese marco magnífico, las situaciones apenas si tienen interés y los diálogos son completamente superficiales, con unos intentos de humor que no acaba de funcionar.

En suma, un gran potencial de artistas y director, para una película prescindible