Pierre Michel, juez de menores con esposa e hijos, muy valorado por su integridad y la eficacia en el ejercicio de su profesión, es promovido como juez contra el crimen organizado en Marsella. Allí tendrá que enfrentarse a una organización mafiosa que exporta heroína a todo el mundo, especialmente a los Estados Unidos. La poderosa red, que dirige el capo Gaëtan Zampa, tiene sus contactos en la misma policía y hasta en el ámbito de la política. Con todo el entusiasmo de su sentido ético, Michel se lanza con decisión a desmantelar la organización. Lejos de amilanarse ante los fracasos que va sufriendo, extrae de cada uno de ellos una lección sobre la estrategia a seguir. Cambia los métodos habituales, y empieza a atacar por lo más bajo, por los meros peones, para bloquear acciones puntuales e ir ascendiendo paulatinamente hasta alcanzar la cabeza. Zampa, acostumbrado a no tener oponentes ni oposiciones, queda desconcertado por la actitud inquebrantable del juez Michel y entre ellos se establece una curiosa relación de respeto entre enemigos acérrimos.
La película, aunque basada en hechos reales, en cierto sentido nos da una sensación de «déjà vu». El inhumano capo mafioso de ascendencia italiana, que da fríamente las órdenes de eliminar a quien le molesta, es, como Vitor Corleone, un amante esposo y un cariñoso padre. El juez Michel, como un Eliot Ness francés, está dispuesto a acabar con él, pero no a cualquier precio sino jugando limpio, por lo cual tiene que vencer dificultades difícilmente salvables. Pero en conjunto resulta un thriller muy interesante que mantiene la tensión de principio a fin a pesar del largo metraje. Algunas escenas son especialmente interesantes y estremecedoras, como el encuentro entre el juez y Zampa, de pie junto a sus coches, la conversación telefónica de Michel con su esposa, o ésta misma, rompiendo el cordón policial. «Conexión Marsella» muestra con realismo la situación terrible del tráfico de drogas en la Francia de los años 70. Jean Dujardin está extraordinario como el incorruptible juez, con una réplica impecable por parte de Gilles Lellouche en su papel de Gaëtan Zampa. El resto del elenco cumple.
Aunque en conjunto los personajes sean estereotipos y haya exceso de violencia prescindible, la película funciona en su línea argumental, y en lo más profundo nos muestra correctamente la lucha del bien contra el mal, y hasta las tentaciones de tomar atajos y combatir el mal con sus propias armas. Quienes se mueven sólo movidos por intereses egoístas y están dispuestos a utilizar los instrumentos más perversos y crueles para alcanzar sus objetivos tienen un gran poder destructivo, pero nunca el éxito final. El bien actúa en niveles superiores y, aunque el trayecto puede ser muy doloroso, siempre acaba imponiéndose. En la película la victoria final puede parecer poco más que pírrica, pero en el horizonte brilla la esperanza.