En 1987, John Boorman nos ofreció “Esperanza y gloria”, basada en las memorias de su niñez. “Reina y patria” se sitúa nueve años después, en 1952, cuando tenía dieciocho años y tuvo que servir al ejército durante dos años. Según el mismo Boorman ha explicado, los acontecimientos más importantes de la película son mostrados con fidelidad a cómo sucedieron y no pocos de los personajes están directamente inspirados en personajes reales.
1952. Bill Rohan (que encarna a John Boorman) deja transcurrir su vida tranquilamente en el hogar familiar, en el Támesis, confiando que el ejército se haya olvidado de él y no lo llame a filas. Hasta que un día llega la tan temida carta y debe incorporarse al servicio militar. Los mandos del campo de instrucción aparecen como auténticos neuróticos deshumanizados, de tal absurda crueldad que se hace incluso difícil de creer. La dureza inusitada de los entrenamientosserá para él una prueba muy dura, aunque paliada por la experiencia del compañerismo y la amistad.Tras el entrenamiento básico, muchos reclutas son enviados a luchar en Corea, pero Bill y su amigo Percy son asignados a un lúgubre campo de entrenamiento, donde ejercen de instructores.
Will es un joven soñador, que se enamora por meros impulsos. Cuando todavía vivía en la casa del Támesis, cada mañana, salía a nadar y suspiraba por ver de lejos a una bella muchacha que paseaba en bicicleta por la otra orilla. Ahora, como recluta, queda fascinado por una joven a la que ve de espaldas en un concierto. Cuando por fin logra hablar con ella, le dará el nombre de Ophelia, relacionándola con el sufriente personaje que se ahogó de amor y pena, y expresar así el halo de misterio en que la ve envuelta. Su amigo PercyHapgood es bien distinto de él, con deseos de venganza y sin importarle demasiado poder llegar hasta causar la muerte de quien le hace daño. Pero entre ellos nace una relación de afecto sincero y juntos protagonizan aventuras cuarteleras que resultan amenas y hasta divertidas. Aunque no faltan en el film escenas conmovedoras cuando Willse enfrenta a los dramas de los chicos heridos que vuelven de Corea, incluyendo algunos de sus antiguos reclutas.
Las historias personales, de cuartel, de familia y de guerra se van desarrollando entrelazadas y nos ofrecen una mirada entre tierna y burlona sobre una época, muy bien ambientada. Es un acierto la retransmisión televisiva de la coronación de Isabel II y la expectación que despertó en aquel momento. Los actores cumplen bien y la película está bien realizada, pero no cabe decir gran cosa más.