Un largo fin de semana en la vida de una pareja mayor de Nueva York que intenta vender su apartamento del East Village donde han vivido más de 40 años. Ruth es una profesora retirada y Alex es artista. Ambos quieren mudarse a un nuevo apartamento y mientras esperan ofertas, recuerdan juntos los años vividos en su hogar.
Una comedia llena de ternura que casi representa una metáfora del mundo acelerado en el que vivimos que, en su locura, no nos concede un respiro para contemplar y valorar lo que ya tenemos porque nos mantiene constantemente en tensión hacia cosas nuevas que queremos alcanzar.
Hace 40 años, cuando se casaron, Alex y Ruth compraron un apartamento en una zona de Brooklyn que ahora está de moda y, por tanto, ahora vale alrededor de un millón de dólares. Allí están bien, pero es un quinto piso y no tiene ascensor, lo cual empieza ya a ser muy duro para ellos. Así que deciden ponerlo a la venta para mudarse a otro que les resulte más cómodo. La víspera del día de puertas abiertas, un gran camión cisterna abandonado en un puente hacer temer un ataque terrorista y el tráfico se bloquea en toda la zona. Para complicar más la situación, Dorothy, la perra del matrimonio, como ellos, ya un poco mayor –tiene 10 años– debe ser operada de urgencia, con un pronóstico incierto, pero con un costo de miles de dólares.
A medida que van apareciendo los posibles compradores, se les agolpan los recuerdos de tantos años pasados entre esas paredes, pero la emoción no les impide contemplar con una buena dosis de humor a los caóticos personajes que materialmente han invadido su hogar y sus vidas. Mientras tanto, también ellos han encontrado el piso al que quisieran mudarse y sin darse cuenta se ven protagonizando exactamente las misma insensateces que aquellos que les llamaban la atención con sus extravagancias.
El guión no es demasiado consistente, pero los dos protagonistas, Morgan Freeman y Diane Keaton, consiguen elevar el tono y nos ofrecen una película entretenida, graciosa y optimista. Es realmente reconfortante ver tan feliz a un matrimonio mayor, observar la complicidad que existe entre ellos y el enorme cariño con que se cuidan el uno al otro. Ese amor que les ha unido durante más de 40 años les permitirá sobrevivir a ese fin de semana de locos, que, por lo menos, les habrá servido para tomar conciencia de lo que tienen, que es mucho más importante que un ascensor.
Richard Loncraine nos ofrece una película entrañable, divertida y refrescante, con unos Morgan Freeman y Diane Keaton extraordinarios encarnando a los encantadores Carver. Totalmente recomendable para pasar un rato agradable.
Ático sin ascensor
Título original:
Fiveflights up
Género:
Puntuación:
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Publico recomendado:
País:
Año:
2014
Dirección:
Fotografía:
Música:
Intérpretes:
Distribuidora:
Duración:
92
Contenido formativo:
Crítica: