Nira, maestra en un parvulario, es una apasionada de la poesía. Se siente incómoda en una sociedad que, en su opinión, sólo valora el dinero y el prestigio social y desprecia a los poetas. Casualmente descubre que Yoav, un niño de 5 años, tiene un don prodigioso para componer versos. Varias veces a la semana, el pequeño recita de una tirada un poema que se le acaba de ocurrir e inmediatamente después se dedica de nuevo con normalidad a sus juegos de niño.
Tal descubrimiento se convierte para la maestra en una llamada al cumplimiento de un deber ineludible, como es rescatar al niño de un fatal destino que lo acabará sumiendo en la mediocridad y el olvido. Parece que le inspira esa melancólica premonición de Saint-Exupéry en “Terre des hommes”, cuando llama a un niño “Mozart asesinado”, porque nada hará posible que fructifique la capacidad artística que encierra. Y Nira toma la firme decisión de ocuparse ella de que tal cosa no suceda con su joven poeta.
Como si fueran obra suya, la maestra lleva los poemas de Yoav a un taller de poesía al que ella asiste, para conocer la opinión del profesor y de sus compañeros. Prácticamente todos coinciden en que se trata de versos de calidad. Sin embargo, el entorno de Yoav no es propicio para que nadie estimule su creatividad. La madre los abandonó y el padre es un hombre de negocios totalmente dedicado a ganar mucho dinero en su restaurante de lujo. Yoav está al cuidado de una niñera que aprovecha sus pequeños poemas para su propia promoción profesional. Pero Nira no se amilana y está dispuesta a salvar a cualquier precio todas las dificultades.
Nadav Lapid nos ofrece una película de gran calidad en la forma y un tanto ambigua en el planteamiento de los personajes y de la misma historia que narra. Plantea una oposición entre materialismo y desafección (el padre sin otro valor que las ganancias materiales y la madre lesbiana que abandona el hogar) y el aliento artístico, puro y desinteresado que tanto admira y propugna Nira. Pero la comunidad artística que aparece en el taller de poesía, egocéntrica, narcisista y superficial, no tiene más calidad humana que el frío hombre de negocios. Y la misma Mira, que lucha por defender el mundo espiritual de la poesía, para alcanzar su meta “pura” y elevada, es capaz de manipular, mentir y traicionar.
La historia sobrecoge por esa ambivalencia de los personajes y el final de la historia queda abierto invitando al espectador a la reflexión. No obstante, aunque la intención de la película es loable, el planteamiento es desigual y, en conjunto, el resultado, sin llegar a decepcionar, resulta carente de solidez.