Cine y Valores

Jóvenes

Mi panadería en Brooklyn

La anciana tía Isabelle, antes de morir en brazos de su sobrina Vivian, le ruega que “cuide de ella, porque es lo más valioso que tienen”. La joven entiende que le está encomendando su panadería, de la que es heredera junto con su prima Chloe. Lamentablemente, no tardan en aparecer las desavenencias entre ambas por la orientación que cada una pretende dar al establecimiento, puesto que mientras Vivian quiere mantener el espíritu clásico de Isabelle, Chloe opta por renovarlo totalmente.

Mi "perfecta" hermana

Stella es una preadolescente algo gordita y más bien patosa, que admira a Katja, su hermana, un poco mayor que ella, hermosa y brillante patinadora. La pequeña sueña en ser como Katja y triunfar también patinando. Su vida discurre plácidamente, con las discusiones típicas entre hermanas y las inquietudes propias de sus once años. Hasta que un día descubre que algo va mal con Katja, a la que ha visto provocarse vómitos. Poco a poco va a ir descifrando los signos de la enfermedad que sólo ella ve.

Entre amigos

Richard, Gilles y Philippe son amigos de toda la vida. Un verano, alquilan un yate para hacer juntos, con sus respectivas parejas, un crucero hasta Córcega. Richard les anuncia que ha dejado a Charlotte, su mujer, porque ha encontrado a “la mujer de su vida”, Daphnée, 30 años más joven que él, a la que les presenta con orgullo. Con las tres parejas viajan también Battistou, el marinero encargado del gobierno de la nave, y Cathalina, la cocinera. Pero la convivencia no resulta fácil, juntos todo el día en un espacio tan reducido.

Si Dios quiere

Tommaso es un reconocido cardiocirujano ateo y liberal. Tiene toda su vida ordenada y perfectamente controlada –o, por lo menos, eso cree él–. En el hospital es el jefe indiscutible, orgulloso de su ciencia y de su inteligencia. “Los milagros no existen –le dice a un paciente maravillado y agradecido por una curación–; soy yo que lo he hecho bien”. Sin embargo, aunque él ni tan siquiera lo sospecha, los miembros de su equipo lo desprecian profundamente. Y algo parecido sucede en su familia, cuya realidad ni por asomo él pueda imaginarse.

Un doctor de la campiña

En un rincón de Normandía, al norte de Francia, el doctor Jean-Pierre Werner, el único médico de familia en muchos kilómetros a la redonda, no escatima tiempo para dedicarse a sus pacientes, ya sea calzándose las botas de campo y desplazándose a las granjas donde alguien requiere sus servicios ya sea en la consulta de su casa, siempre repleta de personas esperando ser atendidas. Tal vez su labor como médico en esa zona rural no precisa una gran competencia científica, pero tiene un gran poder sanador, porque atiende al cuerpo y al espíritu.