Cine y Valores

Dinamarca

Reina de corazones

LUJURIA Y DESAMOR

Anne es una prestigiosa abogada especializada en niños y adolescentes. Peter, su marido, le reprocha a veces que se dedica con demasiada intensidad a su profesión en detrimento de la familia, pues, a veces, incluso acoge en su casa durante el juicio a alguna de las víctimas implicadas.

Anne tiene lo que parece ser una vida perfecta: un marido que la quiere, dos hijas encantadoras, una profesión brillante, una casa espléndida, alejada de la ciudad, en un lugar idílico. Aunque la relación entre Peter, médico de profesión, y Anne parece fría, o para ser más exactos, no resultan muy expresivos el uno con el otro. Evidentemente hay que tener en cuenta que es una película danesa ambientada en Dinamarca, dirigida por la directora y guionista danesa, aunque de origen egipcio, Mayel-Toukhy y coescrita por la también danesa Maren Louise Käehne. Aparte de la falta de efusividad en las relaciones personales, propia de la gente del norte, el film, muy duro, va en la línea del llamado “cine nórdico”, con historias turbias o, por lo menos, muy crudas, que pueden encerrar terribles y sórdidos secretos…

La bien organizada vida familiar se altera cuando su hijastro Gustav, con quien nunca había convivido, se muda a vivir con ellos. Es un adolescente muy conflictivo, pero que poco a poco va adaptándose a su nueva familia, juega con sus hermanas pequeñas y se diría que la convivencia va encauzándose sin demasiadas alteraciones.

El título de la película hace referencia al personaje de la novela Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Esa malvada reina no dudaba en destruir de inmediato a quien le supusiera la más mínima dificultad o contrariedad. Esa es exactamente Anne, el personaje central de la película, alrededor del cual gira toda la trama.

La película está bien realizada, May el-Toukhy muestra dominio de la cámara y una buena dirección de actores, si bien hay que decir que las escenas con sexo explícito son extremadamente duras y desagradables. No tanto por una cuestión física –que también-, sino sobre todo por lo mezquino y miserable de los dos personajes involucrados.  

Trine Dyrholm (La comuna, Conciendo a Astrid, Un asunto real) demuestra una vez más sus grandes dotes de actriz y nos presenta un trabajo magnífico poniéndose en la piel de un personaje tan malsano e hipócrita. El tema del film es terriblemente duro e insano, si bien puede hacerse una lectura en positivo, como prueba y denuncia de las terribles consecuencias de entregarse al vértigo de la lujuria, la hipocresía y la mentira.

Una buena película, pero solo para estómagos muy resistentes.