En un pequeño pueblo de pescadores, durante el período vacacional de verano, dos amigos inseparables, Thor y Christian, viven el despertar de una sexualidad turbulenta. Thor vive con su descentrada madre y dos hermanas que no pierden ocasión de humillarlo. Le falta la figura de un padre que pueda orientarlo en esa complicada época de la adolescencia. Pero Christian lo tiene todavía peor con sus padres, ella, una sufrida mujer sin personalidad, y él, un hombre brutalmente violento y homófobo. Vemos a los dos amigos jugando al balón o a romper los cristales de coches abandonados, vagando por las estrechas callejuelas, corriendo por el campo…
En la primera escena, están pescando con un grupo de amigos. Capturan un pez escorpión, e inmediatamente se ensañan con él y le machacan la cabeza por «feo». Parece el anuncio del tema de la película, el rechazo del «diferente». Sin embargo, Thor es el verdadero protagonista de la historia, mucho más que Christian, que es quien vive el drama de descubrirse como «diferente». Los chicos del pueblo los ridiculizan a ambos tratándolos de pareja de enamorados, pero sólo uno se siente directamente aludido.
Las transformaciones del cuerpo y el despertar de la sexualidad constituyen uno de los conflictos más intensos en el paso de la infancia a la juventud, pero Gudmundur Arnar Gudmundsson lo plantea como una obsesión exclusiva y, por tanto, malsana. Todo el ambiente del pueblo es sórdido, en nadie se percibe ni un ápice de amor luminoso. La originalidad que podría tener el film -la angustia de un joven que entra en la pubertad, y comprueba con estupor que siente atracción por su amigo- se queda en un segundo plano y sin ninguna profundidad humana.
Lo que debería ser la narración de un paso de iniciación, se convierte en una suma de pulsiones desordenadas, sin que ningún adulto esté ahí para dar apoyo y orientación. El metraje es excesivo y la película se hace muy larga, a pesar de que Gudmundsson es capaz de conseguir que cada uno de los actores saque lo mejor de sí mismo, especialmente Baldur Einarsson y Blær Hinriksson, como los dos amigos, Thor y Christian, respectivamente. La fotografía de los paisajes de Islandia es sorprendente y acertado el paralelismo de la evolución de los dos adolescentes con el discurrir del tiempo y el cambio del paisaje desde el inicio del buen tiempo hasta el frío de las primeras nevadas. Pero la historia no atrapa y se acaba haciendo lenta y pesada.