Cine y Valores

Hipócrates

Título original: 
Hippocrate
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2014
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
102
Contenido formativo: 
Crítica: 

Benjamín Barois empieza a trabajar como médico residente en el servicio de medicina interna de un hospital público de París, cuyo director es su mismo padre, el todopoderoso Dr. Barois. El joven médico afronta su nuevo trabajo con ilusión pero con ingenuo y excesivo optimismo sobre su capacidad. Empieza a impresionarse un poco cuando se entera de que, desde el primer día, va a tener no menos de dieciocho pacientes bajo su entera responsabilidad. No tarda en tomar conciencia de su inexperiencia al fracasar en una punción lumbar. Afortunadamente un colega argelino, Abdel Rezzak, llega en su ayuda y le saca del apuro. Pero sus vicisitudes y problemas no han hecho más que empezar.
Al hilo de la historia de la iniciación de Benjamín en su profesión, centrándose en dos pacientes concretos, Lilti presenta algunos graves conflictos en el ámbito de la atención a los enfermos en el sistema sanitario francés.
Una noche de guardia, Benjamín es requerido para atender a un paciente recién ingresado, alcohólico, con el organismo muy deteriorado, aquejado de fuertes dolores en el abdomen. Le prescribe analgésicos y manda hacerle un electrocardiograma. Las enfermeras aducen que los aparatos, además de obsoletos, están fuera de servicio, Benjamín no insiste y la prueba no se lleva a cabo. Por la mañana, el paciente aparece muerto por un fallo del corazón. La negligencia médica es encubierta por la Dra. Denormandy, jefe de servicio, y por el Dr. Barois, director del Hospital y padre de Benjamín.
A dicho error médico –disimulado con evidentes falsedades– le sigue un conflicto ético que merece toda una profunda reflexión. Ingresa en el Centro una anciana con insuficiencia respiratoria, en estado prácticamente terminal. Lo único que pide la pobre mujer es que le alivien los insufribles dolores, puesto que es consciente de que no le queda ninguna esperanza de mejoría. Abdel, el médico compañero de Benjamín, le coloca una bomba de morfina que la misma paciente se administra según el dolor del momento. Cuando la enferma entra en coma, actúa de inmediato el equipo de reanimación, le quita la morfina y le instala una serie de cables y sondas que evitan la muerte inminente pero le causan un terrible sufrimiento. Abdel convoca a la familia de la anciana y, de común acuerdo, “desenchufan” los aparatos y la anciana fallece. La sutil frontera entre encarnizamiento terapéutico y fidelidad al juramento hipocrático acaba resolviéndose en un acto de eutanasia.
Por debajo de ambos conflictos –negligencia médica y distanasia vs. eutanasia–, aparece, como causa detonante, la penosa situación de un centro hospitalario francés, más interesado en ser rentable que preocupado por la salud de los pacientes. Esta actitud cicatera conlleva falta de recursos técnicos y financieros y excesiva presión sobre el personal, que debe cumplir labores y horarios desmesurados. Obviamente, los grandes perjudicados son los pacientes.
Los actores encarnan perfectamente a sus personajes, la película está bien realizada y, en conjunto, Thomas Lilti, que conoce bien el mundo de la sanidad puesto que él mismo es médico, nos ofrece una descripción, por lo menos, convincente del caos que puede llegar a reinar en un hospital.
Se trata de una película para reflexionar sobre la dignidad de cualquier persona y su derecho a ser atendida como es debido ante la enfermedad, así como sobre la diferencia entre cuidados paliativos y arrogarse el derecho a decidir sobre una vida humana. Es un tema de la mayor urgencia y gravedad en nuestro mundo de hoy.