Cine y Valores

En buenas manos

Título original: 
Pupille
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2018
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
107
Contenido formativo: 
Crítica: 

MI CORAZÓN SERÁ TU HOGAR

Théo es entregado en adopción por su madre biológica el mismo día de su nacimiento. La madre, que ha querido dar a luz en total anonimato, tiene un plazo de dos meses para retractarse de su decisión. Los servicios de asistencia social a la infancia y el servicio de adopción entran inmediatamente en acción. Unos para ocuparse del bebé durante esos sesenta días de incertidumbre; los otros, porque deben encontrar a unos padres adoptivos adecuados para el recién nacido. La película es la historia del encuentro entre Théo y la que se convertirá en su mamá.

Una película coral, que sigue fielmente la cronología de los hechos, al hilo de una mecánica de precisión que funciona acompasadamente alrededor de Théo, para cumplir todos los protocolos de la adopción en Francia: A partir del momento del parto, empieza la actividad perfectamente coordinada de médicos, psicólogos, asistentes sociales, consejos de familia y familias de acogida. El film tiene el valor descriptivo de un documental, pero Jeanne Herry ha optado, muy acertadamente, por exponer el desarrollo del proceso sobre la base de un relato de ficción, y ha sabido mantener un perfecto equilibrio entre el cuidado del detalle, que todo sea veraz, y la emoción de un caso concreto de niño para el que hay que buscar un hogar cálido y acogedor.

Sin ocultar nada de los inevitables trámites burocráticos, no siempre tan rápidos como algunos desearían, Herry muestra cómo las dudas y las discusiones en el seno de los consejos de familia no proceden de actitudes cicateras, sino de un celo profesional, impregnado de humanidad, para conseguir los mejores padres para el niño en adopción. Sobre esas personas pesa la responsabilidad de discernir si los candidatos a padres hacen la solicitud por compasión hacia un ser desvalido, dispuestos a acogerlo y amarlo generosa e incondicionalmente como es propio de unos auténticos padres, o bien si lo que buscan es llenar un vacío en sus vidas o dar un remedio a su soledad. El centro de interés, el personaje más importante, en un proceso de adopción es siempre el niño. Aunque, como sucede en el film, esto pueda causar la frustración o la indignación de personas que no parecen ofrecer suficientes garantías de bienestar afectivo para el hijo.

El reparto lleva a cabo un trabajo genial, pero sin duda hay que destacar a Gilles Lellouche, en un papel impactante, pero bien distinto de como lo conocemos. El vínculo que se crea entre él y el pequeño Théo resulta conmovedor de principio a fin. Junto a él, Sandrine Kiberlain, magnífica como siempre, que provoca la sonrisa del espectador con el tinte de humor que pone en esa curiosa historia de amor. Sin olvidar a Élodie Bouchez, la candidata a madre de adopción, quien, desde una vulnerabilidad e inestabilidad alarmantes, encuentra en Théo el motivo y la energía para crecer y adquirir aplomo y seguridad. Como curiosidad, cabe decir que, entre todo un elenco de actrices extraordinarias, Miou-Miou, que encarna a Irene, la acogedora y comprensiva directora del centro de adopción, es la madre de Jeanne Herry en la vida real.

En buenas manos muestra con claridad que el hombre es un ser-de-encuentro, que se desarrolla como persona creando encuentros. El niño es un ser del nivel 2, que no puede, pues, ser contemplado ni utilizado como algo propio del nivel 1. En una sociedad como la nuestra, en la que, desgraciadamente, brillan con luz propia el egoísmo y la indiferencia, este retrato de un colectivo trabajando con entusiasmo al servicio de una causa humanitaria es una bocanada de aire fresco y una puerta abierta a la esperanza en la humanidad.