Cine y Valores

Nos vemos allá arriba

Título original: 
Au revoir là-haut
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2017
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
115
Contenido formativo: 
Crítica: 

NEGOCIOS CON LOS MUERTOS

Noviembre de 1919. Dos supervivientes de la guerra, que se salvaron mutuamente la vida en las trincheras, Édouard Péricourt, excelente dibujante a quien una bomba arrancó la mandíbula, y Albert Maillard, un modesto contable que no puede recuperar su trabajo, con la complicidad de una niña huérfana, imaginan una ambiciosa estafa: ganar el concurso convocado para el mejor proyecto de monumento a los caídos por la patria. Una vez que lo hayan cobrado desaparecerán sin haberlo construido. Al mismo tiempo, del bando de los que siempre obtienen beneficios, de la guerra o de la paz, Henri Pradelle, un sádico sin escrúpulos que fue su teniente en el frente, hace negocios no menos fraudulentos traficando también con los muertos.  

Adaptación del libro de Pierre Lemaitre, Au revoir là-haut, premio Goncourt 2013, la película constituye un ejercicio de estilo ambicioso, con una concepción visual realmente espectacular, que se confunde con los sentimientos más íntimos. El director nos ofrece un trabajo muy ciudado en cada plano y en cada secuencia. Todo, en el desarrollo de la trama, respira reflexión y creatividad. Albert Dupontel se muestra como un auténtico virtuoso con la cámara mientras el ritmo ni decae ni se hace exagerado en ningún momento. Si bien el desenlace -bellísima la última escena- nos deja el sabor agridulce de los sentimientos encontrados.

El actor argentino Nahuel Perez Biscayart -a quien vimos en 120 pulsaciones por minuto-, consigue un Albert Maillard expresivo a través de las máscaras, y sin pronunciar palabra. Junto a él, Albert Dupontel, que ya hizo «triplete» como director, guionista y protagonista en la divertida comedia 9 meses… ¡de condena!, demuestra una vez más que es igual de bueno en los tres menesteres, si bien en esta ocasión, ha contado con el mismo Pierre Lemaitre como coguionista. Sus gestos, sus miradas, la forma de andar y de moverse como el personaje de Édouard pueden traernos a la memoria al mejor Buster Keaton. Niels Arestrup nos acerca un Marcel Péricourt soberbio y conmovedor a la vez. Una notable obra colectiva.

La guerra ha supuesto un horror del que muchos han sacado ventajas. Los grandes términos -patria, héroes…- se utilizan de forma grandilocuente pero vacíos de sentido. La terrible carga simbólica del crucifijo vuelto del revés, con referencia a la transgresión de valores, hiela la sangre. Sobrevivir significa manipular y engañar.    

La película tiene algo de panfleto político, de drama íntimo y poético, con dosis de un humor sin estridencia. Con un simple gesto -el dedo modifica la boca de una máscara- se cambia la atmósfera de una escena de comedia a drama. En esa mezcla de tragedia, comedia, poesía, aventuras… el ritmo no se pierde ni deja de mantener en ningún momento un equilibrio perfecto. En el fondo, es la comedia humana con sus sonrisas y sus lágrimas, sus bondades y sus vergüenzas, sus luces y sus sombras.