EL QUE TIENE UN AMIGO TIENE UN TESORO

Arthur y César son amigos desde la infancia y han conservado la buena relación a pesar de lo muy distintos que son uno y otro. Arthur, separado y con una hija adolescente, se dedica a la investigación en un laboratorio de biología. Es un hombre serio, muy riguroso en su trabajo y no feliz en su vida privada porque sigue enamorado de su mujer. César es el clásico “bon vivant”, juerguista, derrochador y mujeriego. Después de un pequeño “accidente”, herido y sin saber a dónde ir, acude a casa de Arthur. Este lo lleva de inmediato a un centro de urgencias y, para que lo atiendan, le pasa su propia tarjeta sanitaria.

A Arthur le comunican que tiene un cáncer terminal de pulmón, pero él sabe que en realidad el enfermo es César. No sabe cómo decírselo y decide que va a estar junto a él durante ese tiempo. También César se entera de la enfermedad, pero piensa que el enfermo es su amigo y toma la misma decisión de acompañarlo hasta la muerte. Y el conflicto está servido.

La película tiene dos partes bastante diferenciadas. La primera es una comedio divertida protagonizada por dos personajes radicalmente distintos, con una sucesión de situaciones cómicas bastante previsibles. Pero el guion, muy bien trazado, da un salto hacia arriba y los personajes empiezan a mostrar su hondura humana. Sin dejar de ser comedia y de provocar la risa en más de una ocasión, la comicidad de la convivencia de dos hombres diferentes, unidos por un viejo afecto pero incompatibles entre ellos, deja paso al protagonismo de una profunda y tierna amistad, y el film se hace conmovedor.

Una hermosa historia de amistad que esponja el corazón y permite, al mismo tiempo, pasar casi dos horas de entretenimiento y risas.