CUANDO TODO SE HUNDE, SOLO EL AMOR SIGUE EN PIE.
Dinamarca, 1755. El capitán Ludvig Kahlen parte a la conquista de los páramos salvajes de Jutlandia, para establecer una colonia en nombre del rey y cultivar la tierra con un producto nuevo y desconocido: patatas. Se trata de una zona inhóspita y salvaje que pertenece a la corona, y el rey danés Federico V desea que los páramos se colonicen para que llegue allí la civilización y, de paso, que generen nuevos tributos. Hasta ahora, nadie lo ha logrado, pero Kahlen está dispuesto a intentarlo financiando él mismo el proyecto con el dinero de su parca pensión de capitán.
Sin embargo, Kahlen no solo tendrá que hacer frente a las amenazas de lobos y bandoleros y a la carencia de agua e infertilidad de la tierra, sino que los mayores peligros le vendrán del cruel y arrogante terrateniente y juez del Tribunal Supremo, Frederik von Shinkel, que vive en su rico palacio, a 15 km de distancia del páramo, en Hald Hovedgaard, cerca de Viborg.
Shinkel pretendía que toda la zona de páramos le pertenecía y no estaba dispuesto a consentir la presencia de nadie que no estuviera a su servicio. Pero, para el viejo soldado, conseguir cultivar esa tierra árida era el único medio a su alcance para hacer fortuna y obtener un título de nobleza. Hijo bastardo de un noble, Kahlen había heredado de su padre elegancia y distinción, pero no su nombre ni su dinero. Ahora su destino estaba en juego: o bien su empresa le proporcionaría la riqueza y el honor a los que aspiraba, o le costaría la vida...
El núcleo familiar que se forma alrededor de Kahlen está formado por su primer colaborador, el pastor Anton Eklund (Gustav Lindh), un hombre acogedor y bondadoso, que desea lo mejor a todos; Ann Barbara y su marido Johannes (Amanda Collin y Morten Hee Andersen), antiguos servidores de Shinkel, que, hartos de los tratos abusivos, desafiaron su ira huyendo del palacio; y, finalmente, Anmai Mus (Melina Hagberg) una niña nómada morena, abandonada por unos bandidos, a la que todos consideraban maldita por el color de su piel, que comenzó robándoles, pero que se dejó enseñar y se encariñó con esa extraña familia.
Ludvig Kahlen un héroe duro y solitario (o tal vez mejor, un antihéroe), que lucha por la vida y el territorio; un enemigo violento y peligroso; una mujer a la que proteger; un paisaje desértico, grandioso e inquietante... podrían constituir los ingredientes de un western. Sin embargo Nicolaj Arcel utiliza esos elementos para crear un drama más clásico, estéticamente muy logrado, con grandes planos imponentes y una magnífica fotografía de Rasmus Videbæk, que captura a la perfección el paso de las estaciones y los interiores prácticamente en penumbra.
Con un guion muy sólido, la puesta en escena es sencilla pero eficaz, y la película cuenta también con una música de Dan Romer muy adecuada para envolver la acción. Además, el extraordinario trabajo actoral del elenco, encabezado por Mads Mikkelsen, proporciona a los personajes una profundidad psicológica y emocional que presta a la historia una dimensión mitológica sobre algunas de la eternas aspiraciones y quimeras del ser humano. El personaje del capitán Ludvig Kahlen, el más interesante de la historia, va evolucionando hasta conseguir un equilibrio entre su naturaleza de soldado aguerrido y feroz y su instinto de padre que curiosamente, se va abriendo paso en su interior.
Finalmente, La tierra prometida es una fábula cruel sobre la brutalidad que puede alcanzar el ser humano, el odio y la desesperación. Con una coda final que pone de relieve que cuando todo ha fracasado y el caos se ha instalado en el mundo, el amor es capaz de surgir de las cenizas y dar de nuevo sentido a la existencia.
Justificadamente la película ha sido seleccionada como candidata danesa al Oscar 2024 en la categoría de 'Largometraje Internacional'.