Mil noches, una boda
Angélique, de 60 años, pero que podría aparentar más por la piel ajada de su rostro, trabaja por las noches en un oscuro cabaret cercano a la frontera entre Francia y Alemania. Su cometido, y su afición, es alternar y hacer beber champán a esos curiosos seres que acuden al siniestro antro para sobrellevar su aburrimiento y olvidar por un rato su soledad. Un día va a visitar a Michel, un asiduo cliente que últimamente ha dejado de frecuentar el local. Michel vive solo, no tiene familia, pero sí cuenta con numerosos amigos con los que comparte sus aficiones y su tiempo de jubilado.