¡PELIGRO, ABUELO AL VOLANTE!
Una vez más el japonés Yoji Yamada nos acerca a los personajes de la familia Hirata. La abuela Tomiko renunció ya a su deseo de divorciarse de Shuzo, su marido, pero ahora ha resuelto irse de vacaciones con sus amigas a Noruega, para ver la aurora boreal antes de morir. En su ausencia, los hijos deciden que ha llegado el momento de que el patriarca deje de conducir, convencidos de que es un verdadero peligro al volante, para él mismo y para la gente que se cruce en su camino. Pero Shuzo no está dispuesto a permitir que nadie tome decisiones sobre él y no piensa abandonar su coche. Enojado con sus hijos por entrometidos, recupera la compañía de sus viejos amigos.
Isao Hashizume y Kazuko Yoshiyuki están de nuevo magníficos encarnando al anciano matrimonio, aunque, en este caso, Tomiko aparece sólo en los primeros 15 minutos de cinta y no podemos por menos que echarla de menos. El resto del reparto cumple bien, si bien el hijo mayor resulta algo histriónico.
Yoji Yamada nos presenta una comedia deliciosa, muy grata de ver, a veces exageradamente disparatada, pero que no pierde la elegancia en ningún momento. Desde la atalaya de sabiduría de sus 86 años, Yamada dirige una mirada benevolente sobre las tensiones familiares entre generaciones; cómo, a veces, un anciano puede resistirse temerariamente a admitir sus limitaciones porque siente que con ello pierde su dignidad y el sentido de la vida; y cómo, en ocasiones, el buen deseo de los jóvenes de proteger al abuelo es mal comprendido y, lejos de reconfortarlo, lo humilla.
Con delicadeza y ternura, alude también a la dignidad intrínseca de todo ser humano, independientemente de cuáles hayan sido su trayectoria y sus actos a lo largo de su vida. Nadie debería morir solo, sin la compañía cálida de alguien que lo ama o, por lo menos, lo respeta.