QUIERO SER CIUDADANO
Francia, 1789. Ha estallado la Revolución. En Un pueblo y su rey, la acción está protagonizada por hombres y mujeres del pueblo junto a figuras históricas presentes en la Asamblea nacional. En el corazón de la Historia, se juega el destino del Rey, el fin de la monarquía y el nacimiento de la República.
Philippe Schoeller, director y guionista -además de responsable de la música- no tiene interés en adaptar los hechos históricos a un relato cinematográfico, sino que, más bien se inclina hacia una puesta en escena casi teatral, con diálogos muy ricos entre los que introduce fragmentos de los grandes discursos que anunciaron la caída de la monarquía en Francia. Apenas sin planos panorámicos, el film se compone de una serie de cuadros pictóricos sucesivos que nos van llevando a través de los momentos clave de los cuatro primeros años de la Revolución. Para proporcionar al relato histórico el dinamismo de una experiencia humana concreta, más cálida y personal, Schoeller introduce los personajes de Basile y Françoise, cuya historia de amor aligera la aridez de una mera narración histórica. Por otra parte, la misma Françoise tiene un papel preponderante en la revuelta, como un giño a un discurso feminista totalmente contemporáneo.
Schoeller quiere mostrar que la Revolución -y la abolición de la monarquía- no fue solo un movimiento del pueblo llano en la calle, y por eso las algaradas de la turba van entrelazándose con los virulentos debates entre sus representantes en la Asamblea y en la Convención nacional, jacobinos y políticos como Marat y Robespierre -el republicano agitador y el moderado, respectivamente-, Mirabeau, Danton, etc.
La trama tiene otra línea narrativa, más bien secundaria aunque no menos ilustrativa desde un punto de vista histórico y que, además, da título a la película. Es la figura de Luis XVI, a quien Laurent Lafitte dota de un aire hierático, frío y distante.
El film está bien rodado, tiene una fotografía hermosa y el reparto coral funciona muy bien, pero lo más significativo es que constituye un documento ilustrativo sobre los orígenes de la Revolución. Es como sumergirse en un libro de historia para consultar algunos datos. Pero para el espectador que va buscando dos horas de solaz siguiendo un hilo argumental entretenido, resulta demasiado plano y algo aburrido.