Val (Al Pacino), Doc (Christopher Walken) y Hirsch (Alan Arkin) son “Tipos legales”. Val acaba de salir de la cárcel tras una condena de 28 años, que ha sufrido sin delatar a ninguno de sus compañeros. Le espera su amigo Doc, que ha recibido la inexcusable orden de matarlo. Un gánster, a cuyas órdenes habían trabajado los “tres mosqueteros”, quiere venganza porque culpa a Val de la muerte de su hijo. El plazo para Doc expira a las diez de la mañana. En las horas que quedan, Val quiere recuperar una noche de juerga como las de antaño, y deciden unir a Hirsch a la nostálgica fiesta. Lo sacan de la residencia en la que está internado a causa de los graves achaques que padece. A partir de ahí, empieza una noche de juerga salvaje, con acumulación de delitos, aventuras locas y demostraciones de amistad sincera. No faltan peleas, tiroteos, visitas al burdel y escenas de pretendido humor de sal gorda.
La película parece querer exaltar la amistad y la posible bondad aunque se sea un auténtico gánster (reivindicación de la joven violada y maltratada, vínculos de ternura entre Doc y su nieta Álex, lealtad entre los tres antiguos asesinos a sueldo). Sin embargo y, a pesar de la angustia de Doc por tener que eliminar a Val, la firmeza con que citan la Biblia, la visita al confesionario ante la muerte inminente y las sentidas palabras en el cementerio, los personajes no están definidos, finalmente no aportan nada. Tal vez puede salvarse alguna escena, que incluso en algún momento sea capaz de despertar una ligera sonrisa en el espectador, pero en conjunto es un film más bien pesado, con bromas cansinas y sin gracia sobre sexo, prostitutas y viagra. El relato bascula entre el humor y la tensión de un dilema ético, pero fracasa en ambos temas. TIPOS LEGALES ni mueve a la risa ni da que pensar.
Los tres magníficos actores que encabezan el reparto, Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, tres auténticas viejas glorias del cine, son lo único bueno de un film cansino. Son tan buenos que, por momentos hasta consiguen hacer olvidar la mediocridad del guión.