La acción tiene lugar en un pequeño pueblo de Normandía, en 1958. Rosa Pamphyle sueña con llegar a ser secretaria y escapar, así, del trabajo en la tienda de ultramarinos de su padre, quien, por otra parte, ha decidido ya su matrimonio con un muchacho del lugar. Decidida a encontrar un trabajo, viaja a la ciudad de Lisieux, donde Luis Échard, agente de seguros, la contrata a sabiendas de que carece de toda aptitud para desempeñar el trabajo de oficina. Pero es muy veloz con la máquina –aunque sólo escribe con dos dedos–, y Échard, que siente nostalgia de sus pasados triunfos en competiciones deportivas, ve en esa habilidad de Rose la posibilidad de triunfar en los campeonatos de dactilografía. Se convierte en un exigente y duro entrenador para la joven, a la que llega a tratar con rudeza y sin ninguna concesión con tal de conseguir el triunfo. Sus relaciones personales son enormemente complicadas pues mientras Rose se siente atraída por Luis, éste sigue enamorado de Marie, su antigua novia, ahora esposa de Bob, su mejor amigo.
Estamos ante un drama deportivo, una historia de esfuerzo y superación, con escenas que nos traen el recuerdo de Rocky Balboa (Sylvester Stallone, 2006) corriendo a campo abierto.
Es también una película sobre educación, en la que un formador (entrenador en este caso) es capaz de sacar las mayores habilidades de un ser torpe y sin cultivar. Como en un My Fair Lady (George Cukor, 1964) de un tiempo más actual, Luis Échard es un calco del profesor Higgins, el mentor que por orgullo deja escapar a Eliza Doolittle, la pupila de quien se ha acabado enamorando.
Y, a su vez, se trata de una comedia romántica que nos remite a la historia de Danielle de Barbarac, Cenicienta de Por siempre jamás (Andy Tennant, 1998), rescatada de la opresión familiar por Enrique de Francia, un príncipe que, a su vez, necesita ser salvado del sinsentido de su vida.
En el film hay una cierta nostalgia por esa época de los cincuenta, en que Europa se sentía ya definitivamente liberada del horror de la guerra y sus secuelas, cambiaban las estructuras sociales con la emancipación de la mujer, se abrían nuevos horizontes de progreso y bienestar y todos en general ansiaban disfrutar la vida. Pero la expresión está contenida y Roinsard no cae en ningún momento en el fetichismo ni en la exageración ridícula.
La historia de amor entre una muchacha inexperta e inocente y un maduro misógino empedernido da lugar a una película elegante y deliciosa. Sólo una breve escena de cama rompe el comedido avance del proceso lógico de amor/odio entre Rosa y Luis, como una concesión a la mediocridad y el gusto por lo zafio. Afortunadamente se recupera inmediatamente el ritmo elegante y pausado, con ligeros avances, sorpresas y retrocesos que dan interés a la narración. De tal modo que, aunque el desenlace puede parecer claramente previsible, el director maneja de tal modo la trama de relaciones personales y profesionales de los protagonistas, que consigue provocar en el espectador la incertidumbre de si la película acabará siendo un drama o una comedia amable. Sólo al final se despeja definitivamente la duda.
Una película muy recomendable para pasar un buen rato, distendido y ameno.
Populaire
Título original:
Populaire
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Año:
2012
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Música:
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Duración:
111
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