Charlotte y Sam Cooper han decidido divorciarse, pero no quieren hacerlo público hasta después de haber celebrado la Navidad con todos los suyos. Hasta confluir en la cena de Nochebuena, vamos conociendo a la mayor parte de los personajes en diálogos de dos en dos:la camarera y el abuelo; el soldado religioso y republicano con la hija rebelde; el policía y la hermana de Charlotte, a la que lleva detenida; el abuelo y su hijo en paro…El planteamiento podría ser original y hasta prometedor, pero se queda en un subproducto, un melodrama navideño sencillamente insoportable. Es inexplicable como un elenco de actores de calidad se haya prestado a participar en una película almibarada y tediosa.
El argumento es flojo, sin absolutamente ningún contenido humano y carente de comicidad. Los personajes parecen deleitarse en ser desagradables unos con otros y, entre todos, consiguen crear una reunión insufrible. Las únicas excepciones son la entrañable relación de la camarera con el abuelo y el soldado, que es una buena persona y que no se avergüenza de querer bendecir la mesa. ¡La mesa de Navidad! Uno ya no sabe si se está ridiculizando los sentimientos religiosos o sencillamente es que todo es una pura insensatez.Al final, la historia parece querer transmitir un mensaje «navideño», y es que, después de todas las amarguras, heridas y traiciones, el refugio y el bálsamo está en la familia. Sin embargo, como todo el planteamiento de las relaciones es frívolo por no decir abiertamente cínico, y con total ausencia de ningún referente ético, el mensaje se queda reducido al predecible baile del final de la cena.
Película totalmente prescindible