HORROR AL HUIR DEL HORROR
Mediterráneo cuenta los hechos que precedieron al nacimiento de Open Arms, una ONG que busca salvar vidas humanas de aquellos inmigrantes que llegan a cientos por el Mediterráneo hacia su tierra prometida.
2015, costa de Badalona. El que sería el fundador de la ONG, Óscar Camps tiene una empresa de socorristas. Aunque ya va teniendo años, él quiere seguir «haciendo torre de vigilancia». Es socorrista de vocación. Un día llega a sus manos la terrible imagen del cadáver de un niño arrojado a la playa, en las costas de Lesbos. En aquel momento, esa fotografía dio la vuelta al mundo y despertó conciencias, pero para Óscar supuso mucho más. Fue tal el impacto que le causó que decidió dejar todo e irse a la isla griega de Lesbos para ejercer allí, gratuitamente, su trabajo de socorrista.
A sus dos socios, Nico y Gerard, les parece una locura y hacen todo lo posible por disuadirlo. Finalmente, a regañadientes porque le duele tener que separarse de su esposa y de su hijo, Gerard, buen amigo, no permite que vaya solo y va con él. En contra de la opinión de Óscar, se les une también la jovencísima Esther, que trabaja como socorrista en la empresa y que en realidad es hija de Óscar, separado hace ya tiempo de su mujer.
Marcel Barrena aborda esa historia con bastante equilibrio, evitando situaciones excesivamente lacrimógenas, sin por ello eludir la durísima realidad del drama humano de los migrantes que arriesgan su vida por huir del horror de la guerra. El film no tiene connotaciones políticas, si bien hay que admitir que todo está narrado desde el punto de vista del protagonista –el mismo Óscar Camps ha colaborado con Marcel Barrena y Daniel Danielle Schleif en la redacción del guion– y, por tanto, inevitablemente, hay un cierto maniqueísmo.
Óscar Camps, el personaje real, lleva años denunciando el problema en los medios de comunicación, señalando a la Unión Europea por «mirar hacia otro lado» y no afrontar una gestión eficaz ante tantas vidas que desaparecen engullidas por el mar. Eso lo dice denunica en la película. Sin embargo, no se hace ninguna alusión a que también la ONG ha recibido críticas. Se les ha acusado de colaborar indirectamente con las mafias, por cuanto esos traficantes de personas se encuentran la mitad del trabajo hecho: ellos solo tienen que sacar los botes repletos de migrantes de las costas de Libia y llamar a la ONG, que se encargará de ir a recogerlos y trasladarlos a Europa. Sea de todo ello lo que fuere, lo cierto es que los hechos narrados son anteriores al nacimiento de la ONG y, por tanto, es lógico que no aparezcan en la película.
Es muy interesante el planteamiento de que Óscar y los suyos se mueven por la ley del mar, según la cual toda persona en peligro de ahogarse debe ser rescatada, sin atender a circunstancias ni razonamientos. Aunque también resulta muy sorprendente la actitud de los socorristas en el cumplimiento estricto de dicha ley: A partir del momento en que los migrantes tocan tierra se desentienden totalmente de ellos, evidentemente salvo en el caso de situación grave.
Los personajes son también muy interesantes, si bien no se profundiza en ninguno de ellos. Su historia personal sirve sencillamente para establecer un cierto trenzado entre las frecuentes llegadas de migrantes a la costa. El protagonista es un hombre bueno y generoso, pero da la impresión de surgir de una época de crisis personal que lo ha dejado tocado y parece algo desequilibrado. Claro que para emprender una aventura altruista de tanta exigencia y con tanto riesgo, hace falta un nivel de coraje y de audacia que sobrepase «lo normal».
Hay también una subtrama conmovedora, de una madre siria que busca a su hija. Pero lo importante de la película es la realidad que Barrena quiere mostrarnos. Y lo hace con moderación, sin detenerse en momentos especialmente conmovedores ni en rescates espectacularmente narrados. Sin embargo, acaba resultando repetitiva y por tanto previsible, tanto en el aspecto de los lances en la mar como en las relaciones de los socorristas con las autoridades portuarias.
La película está bien rodada y el cuarteto formado por Dani Rovira, Anna Castillo y Sergi López, con el magnífico Eduard Fernández a la cabeza, hace un trabajo extraordinario, muy bien secundado por el resto del reparto.
Mediterráneo resulta conmovedora, pero 110 m. de lo mismo acabe restándole vigor. El documental de Gianfranco Rosi (2016) Fuocoammare trataba el mismo tema pero, en ese caso, en la isla italiana de Lampedusa. Como la cinta de Barrena, también ese Fuego en el mar quería ser un aldabonazo a Europa y a cada uno de nosotros frente a la amenaza de la indiferencia. Esta por ver que lo hayan conseguido.