Cine y Valores

Fuego en el mar

Título original: 
Fuocoammare
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2016
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
108
Crítica: 

La isla de Lampedusa, el punto más meridional de Italia, a unas 120 millas al sur de Sicilia y a una distancia de 70 millas de la costa de Túnez, de sólo 20,2 km2, es un lugar tranquilo, en el que el tiempo parece haberse detenido. Sin embargo es también un trágico escenario de la crisis migratoria. Al principio de la película, cifras terribles aparecen en la pantalla: en los últimos 20 años, 400.000 emigrantes han llegado a la isla, 15.000 personas han muerto en el intento.

El documental de Gianfranco Rosi nos muestra la isla de Lampedusa entre la vida apacible de los habitantes del lugar, sin más horizontes que continuar haciendo lo mismo de generación en generación, y la brutalidad de las embarcaciones donde viajan hacinados los emigrantes clandestinos. Conocemos a Samuele, un chaval de 12 años, hijo y nieto de pescadores, auténtico maestro en el manejo del tirachinas, que disfruta jugando en el campo, va a la escuela y aprende con su padre a acostumbrarse a la mar, porque también él está llamado a ser pescador. La misma mar en la que de noche se oyen las angustiadas llamadas de socorro de los migrantes a punto de naufragar. Para viajar en cubierta, el precio del «pasaje» que han debido pagar es de 1.500 dólares, justo debajo, 1000 dólares, y en la bodega, 800 dólares.

Desde que se inició la operación humanitaria «Mare nostrum» en 2013, las embarcaciones ya no llegan a la isla sino que son interceptadas en el mar por lo que la frontera está en las aguas y no en Lampedusa, lo cual explica que no se vean emigrantes por sus calles. Una vez identificados y atendidos los que llegan enfermos, son enviados a diversos lugares de la península. Rosi alterna escenas de la vida cotidiana de Samuele y la triste realidad de tantas personas que arriesgan la vida huyendo del hambre o de la guerra. El doctor Pietro Bartolo, director del pequeño hospital de Lampedusa, explica la dramática situación de esas pobres personas, las más afortunadas de las cuales llegan exhaustas y, según su estado, son derivadas al hospital o al centro de detención; otras, con menos suerte, se pierden en el mar o sólo son sus cuerpos sin vida los que consiguen tocar la tierra prometida.

Gianfranco Rosi filma historias auténticas de salvamento en el mar y escenas en el centro de detención, pero a una cierta distancia, sin adentrarse en la historia personal de sus protagonistas. Se limita a ofrecer imágenes, que en sí mismas ya son bastante elocuentes. Los «comentarios» al drama nos los ofrece en la persona de Samuele, en forma de metáfora. Aunque el niño se siente más cómodo en su territorio, en tierra, de espaldas al agua, debe vencer sus náuseas y aprender a asumir su responsabilidad de afrontar las molestias y dificultades que conlleva el mar; del mismo modo que ha de esforzarse por superar el ojo vago, que se ha acostumbrado a no mirar. Como Samuele, Europa debe tener el coraje de mirar y de acoger las incomodidades que trae el mar.

Mientras los habitantes de Lampedusa dicen «pobre gente» al oír la noticia de la llegada de unos emigrantes, para inmediatamente después dedicarse canciones en la radio local, los equipos de rescate siguen recibiendo llamadas angustiadas y repiten la misma pregunta, dirigida de forma directa e incisiva al espectador: «¿Cuál es su posición?» Fuego en el mar es un aldabonazo a la conciencia de Europa y a la de cada uno de nosotros frente a la amenaza de la indiferencia.