UN PUZLE DE VIDA

Joan Verra, ya bien entrada en la cuarentena, es una editora con buen instinto para los libros. Actualmente está involucrada en la obra de Tim Ardenne, un escritor atormentado, profundamente enamorado de ella, aunque no correspondido.

En una calle de París, se encuentra con el que fue el gran amor de su juventud, el alocado Doug, que vivía de lo que robaba a los transeúntes. Es muy difícil reconocer en ese hombre, casi convertido en un anciano, al joven que llenó su vida de tantas emociones. Y la nostalgia del pasado la lleva a viajar una vez más por los meandros de su memoria en busca de los fragmentos perdidos de su alma.

En el preámbulo, primer plano frente a la cámara mientras conduce, una extraordinaria Isabelle Huppert convertida en Joan Verra, se dirige directamente al espectador para presentarse a sí misma. En ese momento se crea una complicidad entre público y protagonista, que no tarda en desaparecer a pesar del magnífico trabajo de Isabelle Huppert.  Ni siquiera la brillantez de esa actriz es capaz de rescatar una línea argumental tan errática y confusa.

En un juego oscuro entre flashbacks que llevan a distintas épocas del pasado y momentos del tiempo presente, van saltando a la pantalla fragmentos de vida más bien inconexos o, por lo menos, sin un hilo conductor que los sitúe. Las escenas saltan al espectador como las piezas de un puzle cuya imagen final se desconoce. De este modo es muy difícil que alguien puede penetrar en la historia ni empatizar con los personajes.

Al final, uno puede integrar las piezas del rompecabezas y recomponer la historia en su imaginación, pero sigue sin saber a dónde quería llevarlo el director. El título original À propos de Joan sería mucho más exacto si fuera À propos d’Isabelle, porque es ella lo único realmente genial en la película.