ENTRE LA MALDAD Y EL NARCISISMO
Berlín, el distrito de Prenzlauer Berg. Daniel es un actor de éxito. Esa mañana, sale de su casa dejando a sus dos niños al cuidado de la niñera, una mujer de entera confianza. Le recomienda que deje dormir a su esposa, que necesita descansar. Su apartamento, tipo loft, es elegante y rezuma situación económica desahogada. Daniel está contento, su familia es maravillosa y lo tiene todo bajo control. Coge su maleta y se va alegre.
Debe viajar a Londres para una audición a propósito de una superproducción de Hollywood. Está algo nervioso, pero, en el fondo, ya se siente triunfador. Antes de pedir un taxi para ir al aeropuerto, entra en un bar a tomar un café. Hay poca gente, solo dos personas y la dueña del establecimiento. Sentado a la barra, un hombre, Bruno, atrae su atención. Resulta ser un vecino en el que Daniel nunca se había fijado. Es un ser inquietante, que, en un corto espacio de tiempo, va a conseguir desequilibrar la vida de un hombre feliz y seguro de sí.
Bruno creció en el Berlín oriental, en la RDA, pero al caer el muro, quedó patente la diferencia económica entre el ámbito comunista y la zona occidental. Bruno se encontró entonces en una especie de tierra de nadie, sin saber qué hacer con su vida. Las normas y costumbres en las que se había criado habían desaparecido y ahora imperaban otras que implicaban un nivel de vida mucho más holgado. Pero él no tenía modo de beneficiarse de esa riqueza y tuvo que luchar mucho para poder sobrevivir, mientras que veía como otros ascendían con menos esfuerzos y participaban de esa prosperidad.
La amargura y el resentimiento han ido gestando en él un deseo de herir a quienes han triunfado en la vida, y Daniel va a convertirse en su víctima.
La estructura de la película es prácticamente teatral: la mayor parte de la acción se desarrolla en la sala del café. Apenas si hay algunas escenas en la calle y algo también, muy breve, en el domicilio. La trama se limita al duelo entre ambos personajes. Pero Daniel Kehlmann sabe combinar muy bien los elementos del guion: el diálogo se interrumpe a veces por llamadas telefónicas a propósito de la próxima audición de Daniel, que permiten al espectador contemplar las dos facetas del actor, por una parte, es un individuo famoso, acostumbrado a que le agasajen, capaz de sonreír y de mostrarse amable y sonriente, pero por otra, es incapaz de fijarse en las personas, ni aun las más cercanas, las que, tal vez, viven “en la puerta de al lado”. Y ni siquiera se entera de lo que sucede en su propia casa.
El trabajo de los dos actores principales es muy bueno y se hacen rápidamente cercanos al espectador. También Rike Eckermann, la dueña del café, sabe estar a la altura. Daniel Brühl, protagonista y director, de ascendencia española, no se priva de tener sus frases de español en la cinta.
Aunque el ritmo no es constante y hay momentos en que puede sonar todo a reiterativo, la película, con rasgos de comedia negra, intriga, desconcierta y resulta muy entretenida.