SOLO PUEDO IMAGINAR
I Can Only Imagine es el mayor éxito del góspel. Cuenta con más de dos millones de descargas, doble disco de platino y versiones en varios idiomas. Pero lo que nadie sabe es que la canción es el grito de dolor de un alma herida porque le robaron la infancia y lo dejaron hundido en su soledad sin caricias ni amor.
Bart Millard, el autor, cantante del grupo MercyMe, afirma que escribir la letra le costó diez minutos y componer la melodía otros diez. Pero es que la angustiosa vivencia del pasado y el desconcierto sobre la conversión de su padre le rebosaban del corazón y ese breve tiempo solo fue para dar al sentimiento forma de canción.
La película narra la historia de Bart Millard, sus primeros años junto a un padre maltratador, duro y cruel, al que el mismo hijo califica de un «monstruo». Era un hombre frustrado y amargado, que no permitía que nadie se elevara del nivel de lo práctico y lo útil. «Los sueños e ilusiones no pagan facturas», solía decir, para ofender y humillar a su esposa o a su hijo. Pero su propia actitud era propia de niveles negativos, con su desprecio por los demás, sus insultos y agresiones físicas y psíquicas. La madre de Bart no pudo resistir tanta presión y abandonó la casa, dejando al pequeño con el corazón roto, al cuidado de ese ser violento y despiadado.
Cuando Bart, después de muchos tumbos en una vida azarosa, consigue, por fin el éxito, se entera de que su padre está muy enfermo. Regresa a casa, aunque lleno de rencor. Es lo contrario de un hijo pródigo: no vuelve porque se ha quedado sin vida, decidido a pedir perdón al padre ofendido; Bart es el hijo ofendido que vuelve porque el padre ofensor se está quedando sin vida. El padre ha cambiado, se ha convertido, se ha sentido perdonado por Dios. Pero el hijo no regresa dispuesto a perdonar, sino con el corazón lleno de resentimiento.
En España no estamos acostumbrados al cine abiertamente creyente aunque no sea de argumento religioso. Por eso nos sorprende y hasta, a no pocos, les predispone al rechazo que suele provocar lo desconocido. Es necesario tomar una cierta distancia para juzgar la película en sí misma y no con los parámetros que nos surgen espontáneamente.
Los hermanos Andrew Erwin y Jon Erwin (October baby, 2012) dirigen con acierto esta película indie, que cuenta en su elenco con Dennis Quaid, magnífico una vez más, y con J. Michael, estrella de Broadway, que hace un trabajo extraordinario y es capaz de cantar él mismo las canciones de Bart Millard, el personaje al que encarna.
Una hermosa película sobre la fuerza sanadora de la fe, el perdón y la reconciliación.