Cine y Valores

Grandes familias

Título original: 
Belles familles
Género: 
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2015
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
113
Contenido formativo: 
Crítica: 

Película coral en la que, a modo de muñecas rusas, de cada historia que empieza surge otra hasta que, al final, se cierran todas de vez. Entre todas ellas hay un nexo de unión que es un palacete rodeado de inmensos jardines, en la ciudad de Ambray.
Jérôme Varenne, hombre de negocios que vive en Shangai desde hace diez años, aprovecha un viaje de trabajo a Londres para detenerse en París a ver a su madre y presentarle a su novia china, Chen-Li, con la que piensa casarse en breve. En una tormentosa cena familiar, se entera de que la venta de su casa en Ambray, que él creía ya resuelta, está bloqueada por un oscuro litigio con el ayuntamiento. Jérôme se dirige a Ambray para desatascar la transacción, con la intención de aplazar sólo por unas horas su viaje a la capital británica. Allí se encuentra con un amigo de la infancia, Grégoire, agente inmobiliario que había comprado la casa, que vive con su joven novia que resulta ser hija de Florence, amante del padre de Jérôme. Cada personaje que se va sumando al entramado es una nueva historia que se despliega, hasta el punto que casi nos perdemos en las vueltas y revueltas de Jérôme entre sus heridas de la infancia y los conflictos del pasado.
Rappeneau hace una ligera alusión al hijo pródigo refiriéndose a Jérôme, sin duda para advertir del sutil divertimento que va a introducir en el guion, planteando la parábola al revés, como el negativo de una imagen. No es el hijo pequeño el que inicia el conflicto, sino Jérôme, el mayor. No toma su parte de la hacienda, sino que renuncia a la herencia que le corresponde. Parte a un país lejano, no a malgastar, sino a ganar dinero. Vuelve a casa no para pedir perdón, sino que es él mismo quien acaba perdonando a su padre y reconciliándose con él. No el padre, sino la madre en este caso organiza una cena para celebrar su regreso, lo cual indigna sobremanera al otro hermano, el que “hace años que sirve” a la madre, pero que al final resulta ser el auténtico trapacero.
Es una película inteligente, bien realizada, con un ritmo ágil y unos actores soberbios, que resulta entretenida por su capacidad de sorprender con ese caleidoscopio de conflictos diversos aunque todos ellos. Sin embargo, le falta profundidad en los temas humanos que trata –matrimonio, fidelidad, familia, legitimidad de las herencias, malentendidos…–.

Crítica cedida por Pantalla 90