Cine y Valores

El hombre más enfadado de Brooklyn

Título original: 
The Angriest Man in Brooklyn
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2014
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
83
Contenido formativo: 
Crítica: 

Henry Altmann es un hombre amargado por una desgracia familiar. Con su mal carácter, ha hecho prácticamente imposibles las relaciones con su mujer y con su hijo. Un día aciago, acude a la consulta de su médico, pero allí debe atenderle la Dra. Gill, quien, a su vez, está atravesando un mal momento en su vida. Ante un hombre tan colérico y grosero, la joven doctora pierde los nervios y, para quitárselo de delante, le comunica que sólo le quedan 90 minutos de vida. De inmediato reacciona y corre tras él para enmendar su terrible error, pero dar con el iracundo paciente no le va a resultar fácil. Henry mientras tanto, en una carrera contra reloj, pretende llenar esos 90 minutos que le quedan, aunque no sabe exactamente cómo.
Tal vez Phil Alden Robinson pretendía ofrecer una fábula sobre el sentido de la vida, las relaciones familiares y la auténtica felicidad. Ciertamente el tema podría haber dado mucho de sí y tener, incluso, un sano efecto catártico sobre el espectador. Porque es muy fácil identificarse con la experiencia de verse bruscamente forzado a tomar las últimas e inaplazables decisiones, y uno no puede dejar de preguntarse sobre el sentido de la propia vida, la calidad de sus afectos y vínculos. Pero todo se queda en una posibilidad perdida. La película es una comedia sin consistencia y que ni tan siquiera resulta divertida. Algunas escenas son tan burdas –como pensar en acostarse con su mujer por última vez, no como búsqueda de unión personal de amor, sino porque alguien le ha contado un chiste– que hacen totalmente imposible que el espectador pueda cuestionarse sobre su propia trayectoria vital. También al personaje de la Dra. Sharon Gill le falta hondura, a pesar de que la situación humana que se sugiere podría ser muy interesante, puesto que en el espejo de Henry ella examina su propia vida y es capaz de adoptar una actitud generosa y conjurar, así, los fantasmas que la tienen bloqueada.
Aunque Robin Williams está algo histriónico en algunas escenas, en conjunto lleva a cabo un trabajo excelente, muy bien secundado por Mila Kunis. Ambos consiguen hacer “creíbles” unos personajes de por sí carentes de toda credibilidad. Es una auténtica pena que un tema tan prometedor se haya quedado en una historia inconsistente, con una final a la medida de tanta mediocridad.