Argumento: William Shakespeare (Tragedia Coriolanus)
Básada casi literalmente en la tragedia homónima de Shakespeare, Coriolanus es la historia del general Cayo Marcio, apodado “Coriolano”, que, después de haber salvado a Roma de la invasión de los volscos, cae en desgracia y es desterrado. Preso de ira y sediento de venganza, se alía con sus antiguos enemigos y regresa dispuesto a destruir Roma.
El personaje de Coriolano no tiene la complejidad y profundidad de otros héroes de Shakespeare, como Lear, Otelo o Hamlet. No hay en él ni introspección ni evolución interna –por eso no puede albergar ni sentido de culpa ni arrepentimiento– y sólo se define por la acción. Esta realidad está bien reflejada en la película, aunque, por otra parte, carece del vigor de su identificación con el dios Marte –de naturaleza valerosa y guerrera, pero también protectora–, que, en la tragedia, determina el carácter del general Cayo Marcio.
El resto de los personajes mantienen bien la personalidad trazada por Shakespeare. Desde los tribunos, con traje y corbata, pero que siguen siendo los políticos que utilizan al pueblo en propio beneficio, hasta Volumnia (una magnífica Vanessa Redgrave), la madre, dura e implacable, que utiliza al hijo para saciar sus propios deseos de poder. En la película, como en la obra, Virgilia, la esposa, tiene un papel totalmente desdibujado y, prácticamente, secundario. A lo largo de la historia, está aceptablemente bien reflejada la relación de amor-odio-admiración-envidia entre Coriolano y Aufidio, y queda condensada plásticamente en la última escena, sobrecogedora, con el abrazo emocionado y bañado en sangre.
La obra de Shakespeare es una crónica histórica dura y austera. Fiennes ha sido totalmente fiel a la línea argumental, pero no ha reflejado el tema nuclear de la tragedia, de una gran complejidad moral y política: una reflexión sobre el orden político del Estado. La historia de Coriolano, el dilema sobre su función en el gobierno de Roma, a la que ha prestado grandes servicios, remite a una realidad más profunda. Lo que plantea Shakespeare –y no parece haber captado Fiennes– es la tensión dramática entre quién está legitimado para ostentar la autoridad y en qué modo debe ejercerla, la estructura de los órganos de poder, la organización social y la capacidad del pueblo para la intervención directa en el gobierno del Estado. En la película, toda esta problemática queda reducida a la imagen de algunas algaradas de una masa insatisfecha, fácilmente manipulable y, por tanto, voluble, y, más indirectamente, a las tentativas de los pobres por rebelarse contra la opresión injusta de los ricos.
La atmósfera está muy bien lograda, nos envuelve en un clima de opresión y angustia, nos sume en la historia de un personaje auténtico en su falta de doblez y capacidad de fingimiento, pero orgulloso e insensible hasta el extremo. Las interpretaciones son dignas del elenco de autores, encabezado por el mismo Ralph Fiennes, y la dirección es correcta y acertada. Sin embargo, a pesar de su gran calidad, que la ha hecho ya acreedora de varios premios, la película no acaba de atrapar al espectador, porque resulta difícil que pueda identificarse con ninguno de los personajes. Carecen de profundidad y, por tanto, la tragedia no provoca catarsis. Así es lógico que las dos horas de metraje resulten largas y la historia no despierte emociones ni deje ningún poso ni tema para la reflexión.
Coriolanus
Puntuación:
(1 vote)
Publico recomendado:
País:
Año:
2011
Dirección:
Guión:
Fotografía:
Música:
Intérpretes:
Distribuidora:
Duración:
120
Contenido formativo:
Crítica: