Cine y Valores

ALCARRÁS

Título original: 
Alcarràs
Género: 
Puntuación: 
9

Average: 9 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2022
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
120
Contenido formativo: 
Crítica: 

ESTA TIERRA ES MÍA

Alcarrás, pueblo agrícola y ganadero a solo once kilómetros de Lérida, la capital. Los Solé, una familia de payeses, cultivan un pedazo de tierra que les cedió hace años el propietario señor Pinyol, en agradecimiento porque, corriendo ellos mismos un gran riesgo, los mantuvieron escondidos durante la guerra civil, cuando los Pinyol estaban amenazados de muerte por el hecho de ser terratenientes. La cesión se hizo como era costumbre en la época entre personas de bien: una palabra dada y un apretón de manos. Pero ahora, el bisnieto Pinyol hace valer sus derechos de propiedad –él sí tiene “papeles” legales– para recuperar ese pedazo de tierra. Así que la familia Solé va a vivir con amargura su última y espléndida cosecha de melocotones y paraguayos, antes de verse obligados a abandonar lo que ha sido el trabajo y la dedicación de toda su vida.

Como tema de fondo, Carla Simón trata con realismo y objetividad la situación difícil de los agricultores, que realizan un trabajo muy duro para obtener frutos de la tierra, sin recibir una compensación que les permita sobrevivir. Los beneficios del campo se quedan en manos de los intermediarios. Con su cámara, nos lleva a la cooperativa de la zona y nos muestra cómo los payeses se organizan para acudir a una manifestación reivindicativa de sus derechos, y cómo arrojan y pisotean cargamentos de fruta a las puertas de la delegación del gobierno.

A causa de esa situación, en la comarca del Segriá, en la que está ubicado el pueblo de Alcarrás, y en otros lugares de la provincia de Lérida, las tierras de cultivo, con grandes extensiones de árboles frutales, se están vendiendo a grandes empresas para dedicarlas a paneles solares. Es el tema de conversación en el café del pueblo: no hay más remedio que vender; el campo no tiene ni presente ni porvenir y por eso los jóvenes tienen que abandonarlo. 

La familia Solé es el paradigma de cualquier familia de payeses honrados y trabajadores de la zona. Su trabajo es mucho más que una dedicación laboral: ellos pertenecen a esa tierra, como esa tierra es suya. “Jo sóc pagès” (‘Soy payés’), exclama Quimet con voz desgarrada cuando le proponen que acepte el cargo de mantenedor de los futuros paneles solares. En la casa viven tres generaciones, lo cual, inevitablemente, genera puntos de vista a veces irreconciliables, pero, finalmente, todos unidos por el amor a la tierra. Como suele suceder, el abuelo comprende mejor a Roger que el padre. Rogelio se siente orgulloso de los cultivos ecológicos de su nieto, de esos tomates que “huelen y son dulces” y no se cansa de ponderarlos. Podría haber un futuro para el campo si no se lo ahogara en origen.

Es una película coral, Quimet Solé y Dolors, su esposa, están en el centro del relato, pero todos son protagonistas, todas las realidades que conforman ese término tan querido por la directora, “Alcarrás”, son protagonistas: el pueblo, la tierra, los árboles, la cooperativa... Los antagonistas son: el mal gobierno que lleva a los payeses y al campo a la ruina, y los paneles solares, beneficiosos para la ecología pero perjudiciales para la tierra de cultivo del mismo planeta que quieren proteger. Dramática paradoja.

Carla Simón, que ya nos sorprendió con esa preciosa película Verano 1993nos ofrece ahora una pequeña joya. Por la forma, porque está muy bien realizada, con un guion muy bien elaborado, buen ritmo, buena fotografía y extraordinario trabajo del reparto. ¿Existe alguien que grabe mejor a los niños que Carla Simón? Pero, sobre todo, por el contenido humano de la historia, que entretiene, emociona e interpela. Es un canto de amor a su tierra, a esas buena gentes nobles y trabajadoras, injustamente tratadas; a esas tradiciones de Fiesta mayor en las que todos participan de un modo u otro. No es una película reivindicativa, es una película de personas. Pero muestra la situación y mueve conciencias. 

Con mucha justicia Alcarrás ha obtenido el Oso de Oro en Berlín. Y es de esperar que reciba muchos otros reconocimientos. Se los merece sobradamente.

Una película para no perdérsela. Y una recomendación: véase en versión original, con el catalán tal como se habla en la zona, genuino, sin contaminar.