Edina Monsoon y Patsy Stone, ya convertidas en sesentonas, pretenden seguir siendo seductoras como dos jovencitas y llevar la misma vida de lujo y placeres, asistiendo a los eventos más de moda en Londres. Pero, accidentalmente, Edina empuja a la «top-model» Kate Moss, que cae al Támesis y desaparece en sus aguas. A partir de ese momento, las dos amigas se ven envueltas en una tormenta mediática. Las redes se convierten en un clamor de odio y deseo de venganza contra la culpable de haber matado a la supermodelo y los paparazzi tienen cercada su casa. Entonces huyen sin un céntimo hacia la Costa Azul, paraíso del lujo y el glamur, dispuestas llevar a cabo un plan que les permitirá poder darse la gran vida por siempre jamás.
Adaptación cinematográfica de la serie británica Absolutely Fabulous, también conocida como Ab Fab, creada y protagonizado por la misma Jennifer Saunders, que contaba cómo dos mujeres maduras, adictas al champagne y al tabaco, intentaban seguir viviendo su juventud, retocadas con cirugías estéticas y camufladas bajo ropas caras.
Pocas veces el cine nos ofrece algo tan grosero y patético: dos personas ya muy entradas en años que pretenden ser físicamente seductoras y llevar la misma vida loca, desenfrenada y hedonista de sus veinte años. De algún modo, no demasiado claro, la película encierra una crítica amarga del sinsentido del mundo de los «famosos», término que designa a gente que no tiene por qué despuntar en otra cosa más que tener un alto grado de atención por parte del público y de los medios de comunicación. Pero realmente el resultado es muy pobre y más bien parece mostrar la inútil nostalgia de las mujeres por los placeres de la carne que el paso de los años acaba por bloquear. En dos escenas sucesivas, capaces de provocar las náuseas del espectador, Edina y Patsy asisten a dos fiestas distintas. En una, una fiesta de ancianas octogenarias, con sandalias o zapatos ortopédicos, que bailan aburridamente entre ellas; en la otra, un grupo de hombres ancianos se divierten con fruición con mujeres menores de 25 años. Quienes, como las dos protagonistas, están entre la juventud y la vejez no tienen lugar en ese mundo en el que todo se basa en la seducción y la atracción sexual, y nada en el valor personal y el amor.
Las situaciones disparatadas que se van creando a lo largo de la historia son tan poco ingeniosas que apenas si algunas de ellas consiguen provocar una leve sonrisa. A pesar del buen trabajo de las actrices, los personajes resultan tan patéticos que permanecen lejanos al espectador y la cinta se hace interminable. Al final, Edina le dice a su hija: «Piensas que no se puede vivir conmigo. Pues imagínate lo que es ser yo misma». Esta reflexión constituye la mejor síntesis de la película: personajes absurdos de tan entregados al vicio, rodeados de todo lo que supone desviaciones sexuales y pasiones rastreras, en una carrera hacia ninguna parte, y que más que risa provocan lástima por su ridículo intento de disimular la decrepitud.
En una escena de la película, Edina lleva sus memorias a un editor y éste las rechaza sin paliativos. Jamás saldrán a luz. Y uno se queda pensando por qué el guión de la película no corrió la misma suerte.