HAY QUE PARAR A LOS NIPONES

Diciembre de 1941. La película empieza con las advertencias de Edwin Layton, oficial de inteligencia, que ha detectado movimientos en Japón para una gran operación en el Pacífico. Pero Layton no es escuchado y se produce el ataque a Pearl Harbor, que destroza la flota americana. La Armada Imperial Japonesa se prepara ahora para un nuevo ataque. Layton y su equipo consiguen descodificar algunos de los mensajes cifrados de los nipones que parecen indicar que el próximo ataque será contra la base militar americana en el atolón de Midway.

Roland Emmerich rehace la que ha sido considerada la batalla aeronaval más importante de la guerra del Pacífico, que marcó, además, un giro decisivo de los Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial. Como es habitual en él, Emmerich describe escenas dantescas en el ataque a Pearl Harbor y ofrece combates aéreos que dejan sin aliento.

La película es un espectáculo bélico impresionante, con efectos especiales digitales muy bien elaborados. Los actores saben muy bien meterse en la piel de los personajes y hacerse cercanos al espectador que se identifica con ellos y teme por sus vidas en todo momento.  

Emmerich intenta mostrar los puntos de vista de los dos contendientes y trata a los japoneses con mucho respeto. Es también muy acertada la decisión de incluir al director John Ford, queriendo rodar la batalla. En realidad, Ford filmó a bordo de los buques estadounidenses y esas escenas fueron la base para su documental The Battle of Midway, que ganó el Óscar al mejor documental largo en 1943.