EL RETORNO DEL HIJO PRÓDIGO
Valentin D. et Constance Brandt, la pareja de moda en el mundo de la arquitectura de interiores y el diseño, van a inaugurar una exposición retrospectiva de su obra en el prestigioso palacio de Tokio en París. Lo que nadie sabe es que, para integrarse en el selecto mundo del diseño y el lujo parisinos, Valentín ha ocultado sus humildes orígenes norteños. Para ello ha roto cualquier relación con su familia y se ha hecho pasar por huérfano abandonado en la niñez. Pero la exposición coincide con el ochenta cumpleaños de la madre, lo cual le sirve de perfecta excusa a su hermano para organizar un viaje familiar a París con el secreto objetivo de pedirle dinero a Valentín.
La colisión de los dos mundos, el rural de la madre, el hermano, la cuñada y la sobrina, y la élite parisina, va a provocar algunos momentos memorables. Sobre todo que, como consecuencia de un accidente, Valentin padece una amnesia y se retrotrae a veinte años atrás, con su pronunciado acento picardo.
Secuela de Bienvenidos al norte (2008), no con presencia de los mismos personajes, pero sí con la misma idea de base: la comicidad de la lengua picarda o Ch’ti en contraste con la elegancia de un francés refinado. Dany Boon sigue siendo director y coguionista, pero encarna a un nuevo personaje -Valentin, el protagonista-. Kad Merad vuelve a aparecer, pero en este caso hace de sí mismo en un breve cameo. Los actores están todos magníficos, pero hay que destacar a una octogenaria Line Renaud, inconmensurable en el papel de la madre.
La película es mucho menos divertida que la exitosa Bienvenidos al norte, pero mucho más tierna. Se trata de una comedia agridulce, entre el arribismo que puede llevar, incluso a renegar de las propias raíces, y la ternura de los vínculos familiares, capaces de resistir cualquier embate y cualquier ingratitud. Más que poner en solfa la sencillez de los habitantes del medio rural, Boon ridiculiza el esnobismo ridículo que reina en algunos ambientes de la capital Tiene secuencias realmente cómicas, como cuando la logopeda intenta inútilmente que el amnésico Valentin recupere el acento parisino. Pero en esa mirada divertida hay un fono algo doloroso que reclama la vuelta a la sencillez y a la autenticidad personal.
Película divertida por momentos, con un mensaje positivo, pero poco más.