Carmen queda destrozada tras la trágica muerte en accidente de su única hija María. Ella y Javier, su marido, pierden las ganas de vivir, se encierran en su casa sin ánimos de ver a nadie y ni tan siquiera se ocupan de su negocio. Una inesperada noticia le devolverá todos los alicientes para seguir adelante: recibe una carta de la agencia de adopción en la que por fin le conceden a María una niña vietnamita, en la que le incluyen una fotografía de la pequeña Thi Mai. En contra de la opinión de su marido, Carmen está resuelta a viajar a Vietnam para hacerse cargo de «su nieta», sin pensar que es imposible que lo consiga porque ella no es la titular del proceso de adopción.
Sus dos grandes amigas, Elvira y Rosa, que nunca han salido de España, deciden acompañarla en su largo y complicado viaje a Hanoi para recoger a Thi Mai. Pero esa populosa ciudad es otro mundo en todos los aspectos, y el inevitable choque cultural provocará situaciones surrealistas, ante las cuales van a tener que ingeniárselas para sobrevivir.
La película, rodada en Pamplona, Madrid y el mismo Hanoi, no acaba de encontrar el ritmo, entre una historia dramática lacrimógena y una comedia disparatada. Algunos gags tienen gracia, pero en general la historia resulta bastante predecible e insulsa. Lo mejor del film son las tres actrices protagonistas, unas extraordinarias Carmen Machi, Aitana Sánchez-Gijón y Adriana Ozores. Ellas consiguen sacar a flote unos personajes femeninos estereotipados: Carmen, buena madre y esposa, no suficientemente considerada por los clientes de su establecimiento, por el hecho de ser mujer; Elvira, soltera e independiente, a la que acaban de prejubilar de su banco; Rosa, ama de casa, pacata e infravalorada por su familia. Las tres contempladas desde un punto de vista feminista, tal como sucede con los dos maridos de la historia. Javier, pareja de Carmen, es un buen hombre, pero con mucha menos capacidad de iniciativa que su mujer; y el marido de Rosa es el paradigma del machista insoportable. Andrés, el varón que tiene mayor presencia en la trama, es un bondadoso homosexual al que conocen por casualidad en el aeropuerto. Todos los ingredientes son, pues, «políticamente correctos». Dan, el guía local, no tiene más valor que servir de gozne entre culturas y constituye, así, el instrumento necesario para la comicidad de algunas situaciones.
Hay buenos sentimientos, amistad y solidaridad, pero el conjunto es muy endeble.