Cine y Valores

Heidi

Título original: 
Heidi
Puntuación: 
6

Average: 6 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2015
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
115
Crítica: 

Finales del siglo XIX. Heidi, una encantadora niña huérfana que ha crecido al cuidado de su tía Dete, es abandonada por ésta en la cabaña de Almöhi, su abuelo, un hombre bronco, un auténtico misántropo que vive solo y aislado en una cabaña situada en las montañas suizas, a 1900 metros de altura.

Aunque es muy mal recibida, la pequeña Heidi se gana pronto el cariño del abuelo y la vida de ambos transcurre felizmente. Pedro, el entrañable cabrero analfabeto, se convierte en su compañero de juegos que le descubre las maravillas de la naturaleza y de su oficio de pastor.

Pero, por oscuros intereses inconfesables, la tía Dete regresa con la intención de arrancar a su sobrina de ese marco idílico para trasladarla a Frankfurt, a la lujosa mansión de los Sesemann. Allí debe hacerle compañía a Clara Seseman, de su misma edad, huérfana de madre, impedida en silla de ruedas. El señor Sesemann suele estar ausente de la casa y quien lleva el gobierno y la educación de las niñas es Fräulein Rottenmeier, una mujer severa y amargada. Allí la vida no va a ser fácil para Heidi, que añora a su abuelo y las queridas montañas.

Desde que en 1880 se publicara la novela de Johanna Spyri, ha sido adaptada al cine en multitud de ocasiones: dibujos animados, series, comedias musicales… Esta nueva producción germanosuiza no aporta realmente nada nuevo ni original, pero Alain Gsponer nos ofrece un film muy agradable, clásico, con un ritmo tranquilo y constante que va mostrando el contraste entre la naturaleza tan limpia y hermosa y la civilización, aldea o ciudad, sucia y desagradable.

El elenco está muy bien elegido, especialmente Bruno Ganz como el barbudo abuelo montaraz, y Anuk Steffen, que hace una deliciosa Heidi. También el resto cumple bien, desde Isabelle Ottmann como Clara o Anna Schinz encarnando a la tía Dete, hasta Peter Lohmeyer, que nos entrega a Sebastián, el bondadoso mayordomo. Los paisajes son de una belleza deslumbrante, una oda de admiración y amor a los Alpes suizos. Están también muy cuidados los decorados, el vestuario y la caracterización de los personajes.

La película en su conjunto resulta muy agradable, con total ausencia de violencia, a veces divertida y otras conmovedora, pero siempre tierna y optimista. Un canto a la vida, a las relaciones de cariño entre las personas y de amor a la naturaleza. Constituye un espectáculo familiar perfecto.