Billy Taggart trabaja como detective privado desde hace siete años. Se vio obligado a dejar su puesto en la policía a causa de un tiroteo en muy dudosa “defensa propia”, en el que resultó abatido un delincuente, violador y asesino de la hermana de quien es ahora su esposa. En aquellas circunstancias, el alcalde de Nueva York, Nicholas Hostetler le protegió abiertamente. Ahora, siete años después, Hostetler lo reclama porque necesita sus servicios. En plena campaña para la reelección, sospecha que su esposa tiene una aventura, lo cual podría causar un enorme perjuicio en su imagen política. Le pide a Taggart que, guardando siempre la confidencialidad de lo que averigüe, investigue la presunta infidelidad de su esposa. Inesperadamente, el supuesto amante de la mujer del alcalde aparece muerto, presumiblemente asesinado, y Taggart comprende que él no es más que una pieza que está siendo utilizada en una trama de corrupción que vincula los mundos de la política, los negocios de la especulación inmobiliaria y hasta el crimen. Nueva York aparece como una “ciudad rota” –Broken City es el título original–, con los ciudadanos considerados y tratados como peones insignificantes pero útiles al servicio de los intereses creados de sus corruptos gobernantes.
Triller político, con elementos de cine negro, sobre la corrupción y la ambición de poder en una clase política carente de valores, a la que no le importa el servicio de los ciudadanos, el bien común, sino tan sólo sus propios intereses espurios. Sobreabundan las secuencias de acción, pero la película carece de profundidad, le falta intensidad dramática. Sin embargo está muy bien realizada y consigue mantener la atención del espectador hasta el final. Es de destacar el magnífico reparto, sin duda los mejores y más adecuados actores para sus personajes. Russell Crowe está magnífico en su papel de político intrigante, Mark Wahlberg cumple perfectamente dándole la réplica como detective atormentado, y Catherine Zeta-Jones y el resto del plantel de secundarios de lujo llevan a cabo también un gran trabajo con sus roles respectivos.
En definitiva se trata de una película correcta pero intrascendente. Con una intriga policiaca que se desarrolla con un ritmo trepidante, resulta muy amena, entretiene mientras se ve y se olvida fácilmente cuando termina.