Título original. Lamb
La primera imagen de la película es una mano que acaricia con ternura a un cordero. Estamos en Etiopía, poco después de la terrible sequía que asoló el país en 1985. La madre de Efraín, un niño de sólo 11 años, ha muerto víctima de la hambruna. Para no seguir la misma suerte, su padre decide trasladarse a Addis Abeba, la capital del país, para intentar encontrar trabajo. Abandona su casa, en las regiones áridas y volcánicas del noreste del país y lleva a su hijo a casa de su primo Salomón, un campesino muy pobre que vive con su familia en una región del sur, de clima algo menos duro. Allí Efraín deberá esperar el regreso de su padre. Su único amigo es Chauni, un cordero que había pertenecido a su madre y que el niño cuida con todo el cariño.
Efraín es un niño sensible, poco dotado para las labores del campo a las que se dedica su tío. Éste lo desprecia porque lo considera afeminado por su afición a guisar, para lo cual está ciertamente muy bien dotado a pesar de la escasez de medios con los que cuentan. Salomón decide que Chauni deberá ser sacrificado para servir de comida durante las fiestas, y que el encargado de hacerlo será justamente Efraín, para robustecer su ánimo. Pero Efraín, listo y decidido, no se conforma con el destino de su amigo y pronto lo vemos correr de un lado a otro, con sus botas amarillas, buscando mil modos de salvar la vida de su amigo y poder regresar ambos a su pueblo.
Sobre esta sencilla trama argumental. Yared Zeleke nos ofrece una película fuerte, dura en ocasiones, pero sensible y delicada al mismo tiempo, y nos muestra la realidad de una sociedad que, sin duda, nos resulta lejana y desconocida, con su rígida división de roles entre hombre y mujeres, la falta de acceso a la educación cuando no el rechazo a la misma, su fuerte sentimiento religioso. Gente extremadamente pobre, pero que rezuma dignidad, con un gran sentido de familia y respeto a los mayores. Nos muestra también un buen número de detalles sobre la vida cotidiana: instrumentos y sistemas arcaicos para trabajar el campo, comidas habituales, la venta animada en el mercado, las alegres fiestas de los vecinos, etc.
“Efraín” es un cuento iniciático que trata con delicadeza y ternura el paso de la infancia a la edad adulta de un niño solitario capaz de arriesgarse por salvar la vida de Chauni, su mejor amigo. Efraín vive la auténtica esencia de la amistad: procurar el bien del amigo aun a costa de sí mismo. Josée Deshaies nos ofrece una fotografía deslumbrante de los paisajes montañosos de Etiopía, áridos y llenos de vegetación. Los actores no son profesionales, pero están magníficos, tan naturales que se diría se encarnan a sí mismos, tanto el protagonista, Efraín, como el tío, la tía abuela, la prima rebelde…
La película no es idílica, no todos los personajes son buenos, ni tampoco cae en un fácil maniqueísmo, sino que muestra objetivamente, como en un cuadro vivo, la realidad de un pueblo pobre pero digno y sano espiritualmente. El resultado es un canto a la vida, a la familia, a la solidaridad y a la amistad. Y, sobre todo, es una mirada de amor de Yared Zeleke a su patria y a su gente.
Efraín
Género:
Puntuación:
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Publico recomendado:
Año:
2015
Dirección:
Guión:
Fotografía:
Música:
Intérpretes:
Distribuidora:
Duración:
94
Contenido formativo:
Crítica: