El chef Carl Casper (Jon Favreau) espera la visita de un influyente crítico gastronómico bloguero. Está trabajando con su equipo de cocina en la preparación de un menú nuevo que ha de suponer una crítica excelente. Cuando están en plena actividad, pero con la confianza de triunfar, aparece el dueño del restaurante (Dustin Hoffman), quien exige que se abandone la comida que se tenía prevista y se ofrezca la carta típica del local. Al día siguiente el demoledor comentario del crítico se vuelve viral en las redes sociales. Carl no sabe nada de redes y acude a su hijo para que le ayude. Con mucha torpeza responde al crítico y la noticia de sus insultos y su desafío se sigue multiplicando vía twiter. La bola de nieve del desastre es cada vez mayor.
Para Carl es el momento de reorganizar su vida, porque acaba de abandonar su trabajo, después de su divorcio se ha quedado totalmente sin dinero, y la relación con su hijo de diez años es muy problemática. Casi de forma inesperada, en Miami monta un puesto de comida ambulante con un amigo y colega (John Leguizamo) y con el pequeño Percy (Emjay Anthony), su propio hijo, y recupera así su pasión por la cocina y el entusiasmo por la vida y el amor.
Chef es una agradable comedia, no carente de gracia en muchos momentos. Es ágil, fresca, y con algunos méritos en el guión dignos de ser destacados: el padre nunca deja su posición de padre, a pesar de la cercanía que implica trabajar juntos y viajar de una lado para otro en la furgoneta. Pero eso no implica que no haya cercanía entre ellos y que no esté abierto a aprender del hijo, no sólo de lo que el niño domina más que el adulto –como el manejo de las redes sociales–, sino, sobre todo, porque “escucha” a Percy, sus carencias afectivas, sus deseos y su necesidad de formación humana, y eso le indica cómo debe actuar para se un buen padre. Es preciosa la escena en que Carl hace reflexionar al hijo sobre la bondad del amor al trabajo bien hecho, sin supeditarlo a los beneficios económicos. Es una bonita lección de ética en el trabajo, bien necesaria en los tiempos que corremos. En el film aparecen también el valor de las relaciones familiares y el sufrimiento de un niño con padres separados, aunque lo hace con amabilidad, de modo que nunca pierde el tono de comedia.
Jon Favreau está magnífico en su papel protagonista, muy bien secundado por John Leguizamo y el jovencísimo Emjay Anthony. El elenco de secundarios es auténticamente de lujo, y la única pega que se les puede poner es que sus personajes no tengan más entidad. Es una película muy recomendable para pasar un buen rato en familia y hasta para plantearse la necesidad de involucrar un poco a los más pequeños para que colaboren en las labores de la casa como un trabajo en equipo, porque la familia es responsabilidad de todos sus miembros.