Cine y Valores

El gran baño

Título original: 
Le grand bain
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2018
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
122
Contenido formativo: 
Crítica: 

UNA PELÍCULA SOCIAL PARA MORIRSE DE RISA

En plena crisis de los cuarenta, Bertrand (Mathieu Amalric) lleva dos años en paro. Sigue un tratamiento antidrepesivo y no hace otra cosa que dejar pasar el tiempo tirado en el sofá de su casa, sin ánimos para nada, a pesar de los esfuerzos de su mujer, que lo quiere y lo apoya. Un buen día, casi sin saber por qué, se inscribe en un equipo de natación sincronizada masculina. Allí conoce a otros tipos raros como él, entre los que surge una relación de camaradería mientras se preparan para competir en el campeonato del mundo de esa modalidad de natación, tan poco apropiada para varones: Laurent (Guillaume Canet), un ser insoportable, hundido en la tristeza a causa de su divorcio y de la enfermedad de su madre; Marcus (Benoît Poelvoorde), vendedor de piscinas endeudado hasta las cejas; Simon (Jean-Hugues Anglade), que sigue creyéndose una estrella del rock mientras trabaja como limpiador en el colegio donde estudia su hija; Thierry (Philippe Katerine), el tímido empleado de la piscina; el curioso dúo formado por Basile y Avanish (Alban Ivanov y Balasingham Thamilchelvan respectivamente), que se comunican por gestos dado que Avanish no habla francés.

Ese grupo variopinto no precisamente formado por «deportistas de élite» está liderado por dos entrenadoras, con un espinoso pasado en común, Delphine (Virginie Efira), alcohólica e imprevisible, y Amanda (Leïla Bekhti), de carácter áspero y desabrido, ambas viejas glorias de la natación sincronizada. Al servicio de un guion amable y divertido, pero con contenido humano y social, un elenco de lujo eleva el rango del film. La cámara de Lellouche dirige una mirada ácida y guasona, pero no exenta de ternura y respeto, hacia ese patético grupo de cuarentones en bañador haciendo ejercicios gimnásticos en la piscina. El espectáculo provoca la carcajada, pero, al mismo tiempo inspira simpatía y comprensión. Gilles Lellouche no disimula los «defectos físicos» de esa panda de fracasados convertidos en aspirantes a un título deportivo: michelines, calvicie, pieles pálidas por vida sedentaria y falta de aire libre… Y eso justamente es lo que los hace cercanos y entrañables.

Es una comedia coral amable y divertida, sobre unos tipos concretos que viven una aventura poco verosímil, pero, en el fondo, tiene mucho de película social, porque los protagonistas de esa película coral son los hombres y mujeres que podemos encontrar cualquier día en el metro o en el supermercado. Personas de clase media, con problemas y sueños también «medianos», pero también con deseos de ser valorados y estimados por algo que hayan sido capaces de hacer… Cada uno de ellos por separado es un don nadie, pero juntos se sienten libres y útiles. La unidad de todos hacia un ideal común -ganar un campeonato- los eleva de nivel y les devuelve la dignidad que creían haber perdido.

Además de un buen guion, un trabajo actoral notable y una dirección excelente, no puede dejar de destacarse la magnífica música de Jon Brion, que contribuye a expresar la amarga tristeza de los personajes. Una película inteligente y divertida, que permite pasar un buen rato.