Cine y Valores

Mi obra maestra

Título original: 
https://www.youtube.com/watch?v=YjLVIyMNvhk
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2018
Dirección: 
Fotografía: 
Distribuidora: 
Duración: 
100
Valores: 
Crítica: 

AMIGOS EN LA VIDA... Y EN LA MUERTE...

El pintor Renzo Nervi y su galerista Arturo Silva son íntimos amigos de toda la vida. Juntos formaron una sociedad de éxito con la exposición y venta de los cuadros de Renzo, pero, en los últimos tiempos, su obra ha dejado de interesar al público, la crítica le es muy desfavorable y nadie compra ni una pieza a pesar de la notable bajada de precios. El artista se ha encapsulado en su ego y se niega a hacer ninguna concesión ni a atender a ninguna recomendación de Arturo, por lo que sobre la galería se cierne la amenaza de una grandísima pérdida de dinero y para el pintor, la ruina total. Sin embargo, en ocasiones una gran desgracia…

No es la primera vez que los hermanos Gastón y Andrés Duprat, director y guionista respectivamente- satirizan sobre la impostura y la afectación presuntuosa a propósito de la cultura y la utilización del arte con fines espurios. En colaboración con Mariano Cohn, en El hombre de al lado ridiculizaban la mediocridad pretenciosa en el ámbito de la «alta cultura» y la arquitectura, en El ciudadano ilustre se referían a los hipócritas y fatuos círculos literarios, y con Mi obra maestra se adentran en el proceloso mundo del comercio del arte pictórico.

El guion es bastante irregular, tiene momentos brillantes, con gags hilarantes, pero a veces da la sensación de que le falta consistencia y no acaba de mantener el ritmo. No obstante, y aunque no conviene adelantar los sorprendentes giros de la trama, hay que decir que la película gana mucha calidad humana al final. No por el desenlace, sino porque solo después de haberla visto entera, se puede calibrar la riqueza de contenido que, aunque bien envuelto en ironía, da mucho que pensar. No ya solo sobre el mercantilismo y la ficción en el mundo del arte, sino sobre conflictos éticos de hondo calado. Arturo le hace una confesión al espectador que éste comprende al final. Su actitud de honestidad moral no parece de estos tiempos que estamos viviendo. Por otra parte, como sucedía en La parte de los ángeles (Ken Loach, 2012), Mi obra maestra invita a la reflexión sobre un dilema ético. Robar o engañar está mal en sí mismo. ¿Pero y si nadie sale perjudicado? ¿Y si, además, el fruto del robo o del engaño es dedicado a un buen fin? ¿Si supone la salvación para algunas personas, como fue el caso de Robbie y sus tres amigos en la película de Loach? El fin no justifica los medios, y los «medios» de Robbie constituían un delito, por cuanto quebrantaban la ley. Sin embargo...

El personaje agrio de Renzo es muy interesante, porque parece pretender ser un artista libre que abomina de la hipocresía y las actitudes impostadas, pero también él es un ególatra que desprecia todo lo que no le gusta o no le conviene. Sin duda el crítico de arte o el público que ha dejado de apreciar sus pinturas tienen cortedad de miras, pero el mismo Renzo tampoco ve más allá de sí mismo. La sátira de los Duprat no es a una especie concreta de personas, es al hombre en general, a la sociedad argentina del siglo XXI. Si bien, al mismo tiempo, la película está impregnada de valores como la amistad y la lealtad. Los dos amigos discuten, se enfadan, se separan… pero a fin de cuentas nunca dejan de ser amigos por encima de todo y de todos. La sátira de los hermanos Duprat es dura pero no desesperanzada

El trabajo actoral de los dos protagonistas es excelente y Raúl Arévalo está muy correcto en un papel nada fácil, de ingenuo imbuido de «buenismo», actitud que los Duprat no dejan de ridiculizar a su vez.

Una película entretenida y divertida, que encierra, escondido, el buen sabor de las relaciones humanas valiosas y sugiere un interesante tema para reflexionar.