Cine y Valores

Una bolsa de canicas

Título original: 
Un sac de billes
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
Año: 
2017
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
110
Valores: 
Crítica: 

1941. Maurice y Joseph Joffo viven una infancia feliz en París. Pero Francia es ocupada por los alemanes y la estrella amarilla es obligatoria como distintivo para los judíos, incluso para los niños en la escuela. Román y Anna, los padres de los pequeños, angustiados por el peligro que se cierne sobre ellos, instruyen a sus hijos para que oculten su religión y los envían a la zona libre donde podrán reunirse con sus dos hermanos mayores y estarán a salvo, hasta que, en pocos meses, toda la familia se reunirá de nuevo. Los dos hermanos emprenden un largo y difícil viaje, lleno de asechanzas y peligros, con el constante riesgo de ser arrestados por los alemanes. Serán cuatro años de permanente huida entre París, Niza y la región de Savoya, durante los cuales van a dar un salto brusco de la despreocupación al pánico, de la infancia a la madurez. Con un carácter simbólico bellísimo, Joseph deja en París su bolsa de canicas, pero, sin embargo, lleva consigo su bola preferida, azul, que es el color de lo trascendente como el cielo y la eternidad. Debe abandonar su infancia, pero no renuncia a la inocencia de corazón. El mal del entorno los oprimirá, pero no podrá alcanzar a resquebrajar la hombría de bien que sembraron sus padres en su corazón.

En medio del horror, los dos hermanos van a encontrarse con personas dispuestas a arriesgarse para socorrerlos, como un sacerdote católico en un tren, el obispo de Niza y su delegado, capaces de enfrentarse al poder nazi, y hasta un enigmático médico judío que colabora con los alemanes.   

La historia está basada en el libro autobiográfico de Joseph Joffo, publicado en 1973, que constituyó un éxito extraordinario, se tradujo a numerosos idiomas, y del que se vendieron más de veinte millones de ejemplares. La obra ya inspiró un film en 1975 de la mano de Jacques Doillon. Ahora, Christian Duguay, vuelve sobre la historia, con una gran fidelidad al relato de Joffo, conservando su tono optimista aun sin escatimar ni un ápice de realismo sobre esa época tan tenebrosa.

Todos los actores sin exclusión realizan un gran trabajo, aunque, sin duda, sobresalen entre todos ellos los dos niños protagonistas Dorian Le Clech y Batyste Fleurial como Joseph y Maurice respectivamente. Vemos a sus personajes crecer y madurar a medida que avanzan por su peligroso periplo hasta llegar a Aix-les-Bains, en la Provenza, donde José trabaja en el establecimiento de un despreciable francés partidario del gobierno colaboracionista de Pétain. También Patrick Bruel está inconmensurable en su papel de padre, cuya espalda se va doblando bajo el peso del dolor.

El diseño de producción es muy bueno en general, pero algunas escenas destacan especialmente, como la reconstrucción del barrio antiguo de Niza, ruidoso y colorido. Hay secuencias tremendamente impresionantes, como cuando Román enseña a Joseph a «olvidar» que es judío. O los sucesos en un palacete de Niza, donde la Gestapo intenta por todos los medios que los dos hermanos confiesen sus orígenes judíos.

Hay mucha luz en el relato a pesar de la horrible realidad en la que se mueven los personajes, hay esperanza en medio de las más oscuras tinieblas. La película constituye una hermosa oda al amor, a la familia, a los grandes valores que permiten al ser humano sobrevolar sus propias miserias. El hombre, capaz de las mayores indignidades y capaz también de alcanzar las más altas cotas de dignidad. Toda la densidad de la historia se concentra cuando por fin Joseph grita a pleno pulmón: «¡Soy judío!». Es un grito de libertad, de orgullo recuperado. Es toda la humanidad quien grita justicia y libertad.

Películas como ésta, o como, La profesora de historia (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014), entre otras, son necesarias para reavivar la memoria de lo que sucedió no hace tantos años, y que términos como «antisemitismo», «deportación», «raza superior», «holocausto» y otros, no se conviertan en palabras vacías en los libros de historia. Porque el peligro sigue acechando, los monstruos renacen y es importante que las nuevas generaciones conozcan lo que sucedió para no permitir que se pueda repetir.