Cine y Valores

YO CAPITÁN

Título original: 
Io capitano
Género: 
Puntuación: 
8

Average: 8 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2023
Dirección: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
121
Contenido formativo: 
Crítica: 

UNA ODISEA ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

De Italia nos llega una nueva película del cineasta Mateo Garrone, que pone la mirada en la primera etapa del drama de los migrantes, todavía en el continente africano, donde la maldad sin límites de muchos individuos y de organizaciones mafiosas se aprovechan de la miseria y los sueños de una vida mejor de tantas personas que se lanzan a la aventura de llegar a Europa, para extorsionarlas y utilizarlas cruelmente para sus propias ambiciones. Para ellos, la vida humana no tiene ningún valor, salvo si puede reportarles algún beneficio. 

Las películas sobre el drama de los migraciones a tierras (o aguas) europeas suele centrarse en la difícil situación que se crea en los distintos países implicados para acoger a esas personas que llaman a su puerta. Recordemos la película Fuego en el mar (2016) de Gianfranco Rosi, con la dramática realidad de un Mediterráneo a menudo convertido en sepultura de miles de migrantes y refugiados que intentan llegar a la isla italiana de Lampedusa. No sucede así con el film de Garrone, que muestra la injusticia y el horror antes incluso de poder lanzarse a la mar.

Es una película realista, casi un documental, de una enorme dureza, que narra la aventura de dos primos adolescentes, Seydou y Moussa, que deciden abandonar su casa en Dakar para llegar a Europa, tierra de oro, desde donde van a convertirse en figuras de éxito y a solucionar todos los problemas de sus familias. Para ello han estado haciendo mil trabajos a escondidas de sus madres, hasta recaudar el importe necesario para el largo trayecto. En su imaginación, todo es fácil y sin posibilidad de fracaso. Pero la realidad se impone desde el primer momento y, lo que debía ser un camino sin demasiadas complicaciones se convierte en una odisea entre la vida y la muerte, con una sucesión de peligros, penalidades y sufrimientos.

Garrone sitúa el foco de su cámara en los ojos de Seydou, un chaval limpio y bondadoso, que descubre horrorizado el mal y la mezquindad humana. De tal modo que la aventura de la emigración clandestina se convierte para él en un viaje iniciático de maduración humana. Y también para el espectador, porque estamos ya tan saciados de noticias sobre campos de refugiados, muertos en pateras o cayucos, y saltos de vallas a la desesperada, que ya nos hemos vuelto casi insensibles a esa realidad. Sin embargo, al empatizar con el personaje y ver la tragedia con su misma mirada, nos estremecemos ante el choque de la esperanza en una vida mejor contra la crueldad de las mafias y la indiferencia de quienes no quieren comprometerse. 

En la película, hay dos momentos oníricos de una gran belleza, que alivian un poco la gravedad de la situación. El primero, en plena travesía del desierto del Sahara, cuando Seydou se ve obligado por las circunstancias a no actuar como a él le sale del corazón y de la educación que ha recibido de su madre. Es tanto el desgarro interior que sufre, que la razón necesita una evasión para no sucumbir. El segundo, cuando pierde todas las fuerzas para seguir resistiendo y un sueño sanador lo lleva junto a su madre. Son dos escenas de una gran belleza plástica y humana. Y es muy emocionante también el momento en que el grupo de migrantes, al borde de la desesperación, miran hacia lo alto y recuperan los ánimos y la confianza invocando a Dios.

 Para su extraordinaria película, Garrone cuenta ante todo con un reparto excepcional, especialmente el joven Seydou Sarr, encarnando a su personaje homónimo, que es uno de los grandes descubrimientos del director. Paolo Camera, responsable de fotografía juega con colores vivos que consiguen unas escenas bellísimas, del mismo modo que la música de Andrea Farri, con todas sus variedades, crea un ambiente extraordinario.

Toda la película, con esa combinación de fotografía, música, puesta en escena e interpretación, es una maravilla, pero la última escena, que, lógicamente, no podemos desvelar, es un compendio de toda la belleza del film y, sobre todo, de la hondura humana de Seydou, un chaval bueno que madura y se hace un hombre, convirtiéndose en un capitán dispuesto a salvar todas las vidas a su cargo, sin perder una. No pueden evitarse las lágrimas, pero de emoción y de fe en el hombre. La bondad y la generosidad existen y un mundo mejor es posible.

Película muy recomendable. Todos los jóvenes (y los mayores) deberían verla, reflexionarla y comentarla.