HISTORIAS DE LOCOS (LITERAL).

Una joven editora, Helga Pato, se ha visto obligada a ingresar a su marido en una institución psiquiátrica, después que hubiera dado muestras de desequilibrio mental. Un día, de regreso del centro, durante el viaje en tren, un viajero se dirige a ella con una pregunta desconcertante: “¿Le apetece que le cuente mi vida?” Se presenta como el Dr. Sanagustín, psiquiatra experto en trastornos de personalidad a través de los escritos de los pacientes, que ejerce su profesión. De ahí que conociera a Helga y supiera de sus circunstancias familiares.

Durante el viaje, le cuenta el caso clínico más complicado y difícil al que se ha enfrentado, el de un tal Martín Morales de Úbeda, un enfermo paranoico extremadamente peligroso obsesionado con la basura. Finalmente le deja una carpeta con expedientes de sus pacientes invitándola a que los lea. De esa carpeta van surgiendo las distintas historias que se van sucediendo, una tras otra, sin conexión entre ellas. En la película no hay propiamente una trama, un hilo argumental por el que se vaya avanzando. El personaje del psiquiatra no da unidad al relato, es solo que aparece primero en el tren y luego se convierte en protagonista de uno de los cuentos.

Ni tan siquiera los sucesivos microrrelatos acaban formando un mosaico entre todos ellos. Los capítulos en los que está dividido el film no pasan de ser una serie de textos cuyo orden podría invertirse, porque no tienen nada que ver uno con otro.

Primer largometraje de Aritz Moreno, que adapta la novela de Antonio Orejudo, con un reparto extraordinario: Luis Tosar, Pilar Castro, Ernesto Alterio, Quim Gutiérrez y Belén Cuesta en los principales papeles. La clave de comprensión de esa impredecible y extraña película es la afirmación “La realidad y la verosimilitud están sobrevaloradas”. Cada historieta es a cual más delirante, en el peor sentido de la palabra.

Por momentos, la pantalla se hace verdaderamente repulsiva. Aunque lo desagradable es una constante, el cuento del quiosquero amante de los perros roza lo vomitivo. A pesar de que el director mantiene fuera de campo algunas situaciones sexuales morbosas, la película es como un juego de perversión y demencia más escorada a las náuseas que al divertimento.

El film tendrá, sin duda, su público, pero no es recomendable para estómagos sensibles.