Unos salvajes africanos hacen prisionero a Checco Zalone, un italiano que viaja camino de su nuevo destino, destacado por su país. El jefe de la tribu está decidido a ordenar darle muerte por haberse atrevido a penetrar en su territorio. Obligado por las circunstancias, para convencer a los miembros de la tribu de que sólo estaba de paso y poder, así, salvar su vida, Zalone se dispone a narrar las circunstancias de su vida en los últimos años.
Checco Zalone era funcionario de una administración regional y se sentía totalmente satisfecho con su trabajo, pues su responsabilidad se limitaba a expedir licencias de caza y pesca. A sus más de treinta años, seguía viviendo en casa de sus padres, mimado y reverenciado por una madre a la que él adoraba. Tenía una novia pero no albergaba ninguna intención de casarse, porque ni se le pasaba por la imaginación la posibilidad de cambiar su modo de vida cómoda y sin problemas ni dificultades.
Pero las cosas se le complican cuando el Estado decide suprimir las provincias y despedir a los funcionarios correspondientes. Entonces Checco se niega a perder su puesto de trabajo vitalicio, que le permite vivir a cuerpo de rey sin dar golpe, ni aunque sea a cambio de una indemnización tentadora por despido. Su negativa le lleva a chocar frontalmente con una eficaz funcionaria del ministerio, encargada por su superior de conseguir la firma de dimisión de Checco. Su actitud inflexible de rechazo le supone tener que aceptar los traslados a los más diversos e inhóspitos lugares del mundo.
La idea del funcionario comodón, que defiende con uñas y dientes sus derechos de vivir sin trabajar y disfrutar de un montón de privilegios permite a Genaro Nunziante ofrecer una hilarante comedia sobre los tópicos y los estereotipos de los italianos meridionales -ruidosos, machistas, anárquicos, vagos, marrulleros, mujeriegos…-, si bien, en el fondo, conservadores y respetuosos con el orden y las tradiciones y, por encima de todo, orgullosos de su patria y sus costumbres. Su confrontación con el carácter frío, ordenado, silencioso y permisivo de los noruegos resulta de una gran comicidad.
Checco Zalone es el nombre artístico de Luca Pasquale Medici -cómico, músico, presentador, guionista y actor italiano- y es también el nombre de los personajes por él interpretados en las cuatro películas que ha protagonizado hasta ahora para el cine, todas ellas en colaboración con Gennaro Nunziante. La identificación entre actor y personaje por medio del nombre es un recurso más de su carácter cómico. Tal vez Zalone no sea un gran actor, pero tiene una vis cómica extraordinaria que conecta perfectamente con el gran público. En esta ocasión está magnífico en su papel de funcionario haragán y atribulado. Sonia Bergamasco interpreta con corrección a la frustrada funcionaria del ministerio que debe hacerle firmar la dimisión a cualquier precio. El resto del elenco les da también una buena réplica.
A excepción de algún pequeño rasgo o alusión, la historia resulta amable, llena de gags divertidos que se suceden sin dejar respiro a la risa del espectador. Es una película sencilla, sin grandes pretensiones, pero extraordinariamente divertida. No es de extrañar el rotundo éxito que ha obtenido en Italia, que es de esperar continúe en los países en los que se proyecte el film.