LA BELLEZA ESTÁ EN EL INTERIOR
La película es una divertida alegoría de la sociedad actual, que solo admite a los iguales, los guapos, agradables, útiles y cómodos, y desprecia (o elimina) a los diferentes, feos, con taras o minusvalías, que necesitan ayuda y compasión.
La gran fábrica de juguetes. En la correa de producción de muñecos de peluche, un estricto control de calidad descarta al que tenga el más mínimo defecto. Los que superan la selección deben iniciar un riguroso aprendizaje hasta llegar a ser totalmente idénticos al prototipo. No deben pensar ni tener iniciativas, solo ajustarse a las normas y no distinguirse en nada de los demás. Una sociedad muy fácil de manipular por parte de los que ostentan el poder. Pero la paz del pensamiento único y la uniformidad es frágil, porque no se sustenta en la verdad.
Por su parte, los UglyDolls, los muñecos de peluche descartados, viven en UglyVille, la ciudad de los feos. Es como un gran campo de refugiados totalmente aislados del mundo exterior, al que no tienen acceso. Se les ha permitido vivir, pero separados de los demás y sin posibilidad de integrarse jamás. Son los desechados por no ajustarse a los cánones de uniformidad y no alcanzar los niveles de perfección exigidos.
En UglyVille, la existencia de Moxy y sus amigos transcurre felizmente. Son creativos, acogedores con los recién llegados, siempre solidarios y sin atisbos de maldad. Moxy sueña con que, algún día, un niño la acogerá con gozo y ella podrá ser fiel a su naturaleza de muñeco de peluche, que es hacer feliz al otro y recibir su cariño. Como la vida misma.
Movidos por la curiosidad, Moxy y sus amigos emprenden la arriesgada aventura de traspasar los rígidos límites de UglyVille para conocer qué hay fuera de su ciudad. Llegan a Perfection, la ciudad donde se entrenan los peluches perfectos bajo el gobierno absoluto y manipulador de Lou, el prototipo de muñeco ideal. Allí, el grupo de feos tendrá que sufrir el rechazo al diferente, el menosprecio, la falta de escrúpulos perjudicarlos. Mientras ellos solo aspiran a dar amor y a que alguien los acepte y los quiera como son.
La animación no es extraordinaria, aunque está bien cuidada, y la música nos suena a ya conocida, por el parecido con otras bandas sonoras, pero en conjunto es una buena propuesta para los niños, para pasar un buen rato y extraer algunas buenas lecciones sobre el respeto a lo diferente y la apertura generosa y solidaria a la integración.