Cine y Valores

Solo una vez

Título original: 
Solo una vez
Género: 
Puntuación: 
5

Average: 5 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2021
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
80
Contenido formativo: 
Crítica: 

ENTRE VIOLENCIA Y PERDÓN

Pablo y Eva son pareja desde hace siete años. Ella es editora y el escritor. Su vida en común es tranquila, salvo un día en que tuvieron una fuerte discusión, Pablo perdió los nervios, la empujó y, al caer, se rompió un brazo. Fue algo esporádico que resolvieron entre ellos y la cuestión no habría tenido mayor trascendencia si no hubiera sido porque una amiga denunció la agresión. En servicios sociales abrieron un expediente y ahora, transcurridos ya unos meses, «el maltratador» está obligado a seguir una terapia.

Pablo asiste a la primera entrevista con Laura, la terapeuta encargada del caso. Acude bastante desconcertado porque no comprende qué se espera de él cuando la pareja ya ha recuperado su vida normal. Para ambos fue un accidente fortuito que no ha dejado ninguna huella en su relación. ¿O sí?

Eva no está convocada, pero por propia iniciativa se presta a aportar su testimonio para exculpar a su marido. Todo parece claro. Sin embargo, Laura intuye que existen capas más profundas en su relación en las que es conveniente adentrarse para poder ayudarlos si acaso algo pudiera amenazar el equilibrio conyugal.

La trama argumental de este interesante thriller psicológico de ficción es la investigación de Laura, quien, a través de sus terapias, busca descubrir la verdad de si hubo violencia de género de Pablo hacia Eva, o si, como dicen los interesados, se trató de un accidente puntual en medio de una fuerte discusión. Paralelamente, en lo que al principio puede parecer una subtrama, Laura es acosada por el marido de una de sus pacientes. 

A lo largo de los interesantes diálogos, se va ahondando en lo que constituye el verdadero tema de la narración: el carácter pernicioso de toda violencia ejercida sobre un ser humano. La «violencia física machista», por supuesto, pero no es menos grave la violencia psicológica de un acoso, de los insultos, la humillación, la traición, la mentira. Ningún agravio justifica la violencia física, como Laura se encarga de explicar, pero lo cierto es que la persona víctima de la maldad de otro corre el riesgo de reaccionar a su vez con furia. El límite entre legítima defensa propia y respuesta desmesurada es muy sutil y es fácil perder el equilibrio. 

El guion es directamente deudor de la obra de teatro homónima, que adapta la misma autora, Marta Buchaca. Pero Guillermo Ríos Bordón sabe sacarle partido con planos y contraplanos realmente logrados. Es muy interesante el diálogo a tres, en el que se concentran todos los rasgos del tema de la historia, y van saliendo a la superficie, con más o menos nitidez, la oscura verdad de cada personaje. A lo largo de toda la película, es muy bello el contraste entre las sombras oscuras de lo que se va descubriendo en cada personaje y la luz deslumbrante del cielo y el mar.

El reparto funciona muy bien, Ariadna Gil esta soberbia como la intuitiva terapeuta, y también Silvia Alonso y Álex García encarnan muy bien a los dos protagonistas. No puede dejar de mencionarse a Mari Carmen Sánchez, dando vida a un personaje imprescindible para aflojar en algún momento la tensión de la intriga.

El tema es muy sugerente y podría haber dado mucho de sí, pero, aunque los diálogos están bien elaborados, les falta profundidad. O tal vez falta un mínimo referente ético que indique que la violencia, del tipo que sea, es siempre perversa porque constituye un atentado a la dignidad de la persona. Un referente ético que, por lo menos, insinuara que pedir perdón exige asumir la responsabilidad de resarcir al ofendido del mal que se le ha causado; que donde la mentira y la traición quebraron la confianza, hay que poner una actitud sincera y veraz para recuperarla; donde hubo insultos y humillaciones, hay que valorar al otro para tratar de rehacer la autoestima; donde un ser humano fue manipulado o golpeado como si fuera un objeto de posesión al que se puede maltratar, hay que poner mucho respeto a la dignidad personal. En definitiva, hacerse digno del perdón exige humildad, compromiso, responsabilidad y mucho amor. 

La llamada «violencia de género» es una lacra lacerante de nuestra sociedad, pero, precisamente por su gravedad, no puede ser tratada con superficialidad, hay que analizar a fondo sus últimas causas para atajarlas desde la raíz. Si solo nos fijamos en las consecuencias, aunque se apliquen castigos severos, las víctimas no harán más que aumentar, como desgraciadamente está sucediendo en nuestro entorno. No lo olvidemos, la violencia es el último estadio de un proceso de vértigo. Nuestra sociedad necesita recuperar un código ético bien fundamentado en valores irrenunciables, porque no todo vale. No se puede abrir las puertas al desenfreno y luego pretender que no se dé una inversión de valores que desestabilice al hombre y la sociedad.