Cine y Valores

SINJAR

Título original: 
SINJAR
Género: 
Puntuación: 
7

Average: 7 (1 vote)

Publico recomendado: 
País: 
Año: 
2022
Dirección: 
Guión: 
Fotografía: 
Música: 
Distribuidora: 
Duración: 
127
Contenido formativo: 
Crítica: 

[Crítica cedida por Pantalla90]

FEMINISMO DEL BUENO

Tres historias de mujeres que sufren en sus vidas la violencia del fanatismo radical islámico.

Sinjar, que da título a la película es una comarca al noroeste de Irak en la frontera con Siria. En 2014, el grupo terrorista “Estado Islámico” ocupó gran parte de Irak y Siria, y en agosto de ese mismo año, tomaron la ciudad de Sinjar, ejecutaron a miles de hombres yazidíes y cerca de cinco mil mujeres y niñas fueron convertidas en esclavas sexuales. La misma Eman Eido, que encarna el personaje de Arjin, una de las protagonistas, fue secuestrada por el Estado Islámico cuando era una niña de tan solo nueve años, aunque consiguió escapar a los trece.

No hay ningún nexo entre las tres protagonistas en el transcurso de las infortunios que deben sufrir en sus vidas. Sin embargo, Bofarull ha logrado vincularlas con lazos invisibles haciendo confluir sus calamidades en Sinjar, por su carácter simbólico de la violencia islamista contra las mujeres mujeres.

En Barcelona, Carlota, enfermera en un hospital, vive con su hijo Marc. Era un chico bueno y cariñoso que se dejó llevar sin apercibirse de que estaba siendo utilizado. El primer paso fue conseguir que entrara en el islam, el segundo y definitivo que dejara todo y entregara su vida a la causa del Estado Islámico.

Hay una reflexión terrible de Carlota que explica dónde está la raíz de la debilidad del joven Marc, que lo convirtió en presa fácil de los terroristas. Por una parte, nos enteramos de que el chico sufrió una depresión a la muerte de su padre por un cáncer fulminante y que fue entonces cuando se convirtió al islam. Pero, además, no estaba preparado para una presión de ese tipo. Carlota tiene una idea de la religión errónea, superficial y absurda. Recuerda que ella estaba contenta cuando su hijo se convirtió al islam, porque lo veía contento y pensó que la religión le estaba sirviendo, mientras que a ella nunca le había servido para nada

La relación del hombre con la Trascendencia divina no sirve, como no sirve la amistad o el amor de una madre como Carlota. Las realidades y las relaciones valiosas no sirven, sino que valen. No se pueden ni forzar ni comprar, no tienen precio, sino valor. El ser humano, por naturaleza, tiene sed de infinito, es una necesidad para encontrar el sentido de su vida. Pero a Marc no habían sabido educarlo en su dimensión de apertura a la trascendencia. Por eso, cuando pasó por momentos especialmente difíciles, esa carencia lo dejó vacío y desconcertado. Así se explica lo que dice su madre, que lo vio contento cuando entró en el ámbito de la religión. Pero no supo ver, por su ingenuidad y su falta de experiencia, que lo estaban manipulando y nada era como se lo presentaban. 

Carlota se siente de alguna manera responsable de lo que ha sucedido, por no haberse dado cuenta a tiempo de lo que estaba sucediendo. Ahora sabe que su hijo forma parte de un grupo terrorista y asume que ha podido matar, violar... Pero una madre nunca se rinde para intentar salvar a su hijo.

Arjin, una adolescente kurda, logró escapar de los islamistas, no sabe nada de su familia pero quiere volver a Sinjar para intentar encontrarlos. Junto con su amiga Samia acaba uniéndose al ejército kurdo de la resistencia. Aunque tengan razón, aunque sean unos valientes que defienden una buena causa, la guerra es violencia y muerte. El destino de Arjin es muy duro y lo que le toca ver y vivir la supera.

El marido de Hadia fue asesinado cuando la familia estaba a punto de huir de los terroristas. Ella y sus tres hijos fueron secuestrados y ahora viven como esclavos en casa del cruel Abu Omar, que la ha convertido en sirviente y en esclava sexual. Ante el horror de Hadia, Omar enseña al pequeño Elyas a recitar el Corán y a sostener un kalashnikov. Lo está preparando para formar parte del grupo terrorista, y llegado el momento lo arranca de su madre y lo manda a una escuela para que acaben de formarlo. Hadia soporta en silencio todas las humillaciones, hasta que para defender a sus hijas saca toda la fuerza del fondo de su ser.

La historia de Hadia es la más conmovedora de las tres y la que presenta una trama mejor hilada. El espectador puede identificarse con el sentir y el sufrir de esa pobre mujer, con su miedo y su lucha interior con la separación de su hijo. En cambio sobre Arjin, sobre sus pensamientos, se sabe poco y por eso su historia resulta más anecdótica. Tampoco los largos silencios angustiados de Carlota y sus inagotables cigarrillos nos dejan penetrar mucho en la psicología del personaje, pero, por lo menos, nos hacen experimentar la lentitud de la espera cuando no sucede nada. Es la forma en que el espectador puede conectar con el sentimiento de esa madre atormentada.

Las tres protagonistas Nora Navas, Halima Ilter e Iman Ido Koro hacen un extraordinario trabajo. Pero hay que decir que todos los actores están muy bien. Contar con Luisa Gavasa, aunque sea en un papel tan pequeño, siempre es un lujo. Son muy acertados los primeros planos de los rostros, que nos permiten mirar al interior de los personajes, aunque se echa de menos algo más de profundidad personal. 

Las tres historias alternan entre sí con secuencias cortas. Las interrupciones del hilo narrativo les hacen perder dramatismo, pero consiguen aflojar un poco la tensión, dar un respiro al espectador, porque lo que se ve en pantalla es tan doloroso que cuesta asimilarlo. Algunas escenas hablan por sí mismas sin necesidad de palabras, como cuando una soldado limpia en el suelo la sangre de su compañera muerta.

Sin duda hay algunos fallos en la estructura de la película, pero lo más importante es que trata con valor un tema que no ha perdido actualidad, por cuanto sigue habiendo muchas personas desaparecidas y en nuestro entorno no pocos jóvenes están siendo convencidos para entrar a formar parte de grupos o células islamistas.