NUNCA TE IMPACIENTES EN UN SEMÁFORO

Raquel llega tarde a una entrevista de trabajo. La circulación está bloqueada y ella, muy nerviosa, intenta avanzar callejeando. En un semáforo, el coche de delante no arranca. Toca la bocina varias veces y finalmente consigue adelantarlo. Lo que ella, por supuesto, no podía saber es que al volante de esa camioneta va Tom, un hombre enloquecido porque le han destrozado la vida. Es el comienzo de un día de pesadilla.

Es una película terrorífica, no porque presente elementos fantásticos o de ciencia ficción, sino justamente porque el desencadenante es un incidente banal, cotidiano en las calles, que muchos de nosotros hemos podido vivir. Y que puede volver a pasarnos en cualquier momento.

Russell Crowe, el general romano Maximus Decimus Meridius de cuerpo atlético protagonista de Gladiator(Ridley Scott, 2000), se ha convertido, veinte años después en un gordo inmenso, tan ancho como alto. Verlo sudar, con los ojos inyectados de sangre, rezumando odio hacia toda la humanidad, produce verdadero pavor. Es toda la violencia monstruosa de quien quiere destruir y provocar todo el daño que le han infligido a él. Cada iniciativa de Raquel desencadena una respuesta cada vez más violenta de Tom y, aunque algunas escenas resulten bastante inverosímiles, el espectador no recupera el aliento hasta los créditos finales. El enorme corpachón del loco violento en permanente actitud agresiva influye también en el espanto que te mantiene anclado a la butaca del cine.    

Una vez más el multipremiado Russell Crowe da una lección magistral de interpretación, magníficamente secundado por la también neozelandesa Caren Pistorius. Derrick Borte consigue ponernos los pelos de punta con su cámara, siguiendo el rostro amenazante de Tom en los retrovisores.

Tal vez el personaje herido por la sociedad que acaba reaccionando con furia y sangre podría hacernos pensar en Joker (Todd Phillips, 2019), pero nada más lejos de la realidad. Arthur Fleck es un personaje con profundidad y su historia es un reflejo directo de algunas facetas de nuestro mundo que nos mueven a la reflexión. No así Salvaje, cuyo protagonista es un personaje plano, desquiciado desde el principio (obviamente, no vamos a decir nada de la primera escena), y de cuya historia no conocemos detalles. Ha podido ser víctima o verdugo, no se sabe. El film es solo violencia.

Buena factura, buenos actores, pero película prescindible.