Y DE LA PASIÓN SURGIÓ EL MOVIMIENTO
París, 1880. El escultor Auguste Rodin ha recibido por fin el primer encargo oficial, «La puerta del infierno», inspirada en la Divina Comedia de Dante. El monumental grupo escultórico contiene numerosas figuras que el artista reprodujo después de modo independiente y que serían paradigmáticas en la obra de Rodin, como «El pensador» y «El beso» (Esta última no figuraría en el resultado final, porque el autor pensó que el abrazo de Paolo y Francesca resultaba demasiado tierno y poco atormentado).
En aquella época, Rodin abandona a Rose Beuret, su fiel compañera con la que había tenido un hijo, Auguste Beuret, al que jamás quiso reconocer. Se ha enamorado locamente de Camille Claude, su alumna preferida, que colaboró con él en la confección de «La puerta del infierno» y que acabaría convirtiéndose en una escultora notable. Entre ellos nace una fogosa y destructiva pasión, que los mantendrá unidos, con altibajos, a lo largo de una década.
Rodin sigue trabajando con ahínco a pesar de la desigual acogida de su obra. Mientras despierta entusiasmo en algunos, la mayoría expresa su rechazo hacia su escultura. Hasta que, ya con sesenta años, fue por fin reconocido como un escultor de la talla de Miguel Ángel.
Jacque Doillon nos ofrece un biopic de Auguste Rodin que de ningún modo pretende ser un compendio de su vida ni, menos aún, una hagiografía. El cineasta se centra especialmente en una etapa muy concreta, que fueron los diez años que duró la historia de amor con Camille, a la que siguieron numerosas amantes hasta que el artista acabó regresando a los brazos de Rose.
Vemos al artista en constante búsqueda del movimiento en la tierra que modela con sus manos. Pero Doillon le impone un giro poco logrado porque parece limitar la creatividad del artista a la fuerza del deseo sexual que le inspiran las modelos. Sin embargo, algunas de las escenas más hermosas de la película nos introducen en las sesiones de trabajo de Rodin, concretamente en los «arcos», bellísimos, que moldea mientras contempla el posado de sus modelos. Son interesantes también las referencias a la escultura de Balzac, incomprendida y rechazada por los técnicos y el público, pero que acabaría representando el punto de partida de la escultura moderna.
En una escena espléndida, vemos a Rodin dibujando una serie de croquis sin apartar los ojos de las modelos. Es una imagen plástica de cómo la inspiración y la creatividad constituyen un circuito en movimiento constante que nace en el estímulo de la imagen que penetra en el interior del artista a través de sus ojos y circula ininterrumpidamente hasta que fluye por sus manos convertido en obra de arte.
La película es interesante por cuanto trata de un artista impresionante, pero como referencia a su producción queda corta de datos y de presencia de obras, y como biografía, carece de hondura.